Rindou estaba ansioso. No podía evitar recordar la magnífica imagen de su hermano mayor. Esa misma mañana, Ran había llegado para despertarlo con besos y caricias. Rindou quiso más, y comenzó a desnudarse. Sin embargo, Ran lo dejó ahí, sólo y con una creciente erección. Deseoso de más y jadeando. Ya se había ido, pero Rindou aún podía recordar a su hermano semidesnudo encima de él y sentir sus manos sobre su piel.
Ran cumpliría años al día siguiente, y lo dejó abandonado todo el día mientras él iba de compras con sus padres para organizar su fiesta. Rindou quería participar, pero Ran le susurró que se veía demasiado arruinado y sensible para estar enfrente de sus padres de manera tan indecente.
Se sentó en el medio de la cama, con su camisa semi-abierta y su pene doliendo. Tan sólo pensar en el atractivo de su hermano y sus besos hizo que su pene despertara en contra de su voluntad. Desde que los padres de los Haitani llegaron a la casa que compartían, Ran le dijo que no podrían hacer nada si no querían ser descubiertos. Pero era tan difícil...
Quería sentir a su hermanito mayor en él como tanto le gusta. En la cama, en el sofá, la mesa, el piso, el baño, incluso el jardín. Sus padres no pudieron llegar en peor momento. La peor parte, es que Ran tampoco se tomaba en serio la parte de la discreción. Besaba a Rin a escondidas y le susurraba cosas lascivas, para después irse cuando Rindou quería continuar. Ran lo estaba torturando.
Rindou no podía resistir. Liberó su erección y comenzó a acariciar su falo entre pequeños sonidos. No era suficiente, no lograba complacerlo. Imaginó que eran los dedos del mayor, y que Ran lo besaba desesperadamente. Con sus dedos recorrió su cuerpo, cada vez más abajo. Acarició su abdomen, sus botoncitos rosados en su pecho, mientras mantenía el movimiento sobre su pene. Su mano se deslizó más abajo, llegando a su cadera y posteriormente a su entrepierna. Siguió bajando, encontrándose con su agujero. Insertó sin ganas la punta de su dedo, y sintió el dolor ante la falta de preparación.
Quería que Ran estuviera ahí con él.
Su espalda comenzó a retorcerse a medida que aumentaba la velocidad sobre su pene. Su liberación estaba tan cerca, pero tan lejos. Rindou quería que sus padres se fueran de la casa de una vez para que Ran fuera suyo sin tener que preocuparse por que los vean. Rin imaginaba que Ran y él lo hacían sobre la cocina, y su pene empezó a gotear. Ran lo follaba sobre la mesada, mientras besa su cuello y lo muerde. Rindou enrosca sus dedos en las sábanas ante esa imagen mental. Luego, sus padres entran en la casa y se encuentran con Rindou gimiendo agudo, con la lengua afuera y los pezones hinchados por los mordiscos de Ran, y el mayor les sonríe. Rindou regresa a la realidad, y se corre.
Tuvo un orgasmo imaginando que sus padres lo descubrían teniendo sexo con Ran.
Primero sintió pánico, y después culpa. Rindou sabía bien lo peligroso que era que su relación con Ran sea descubierta. Aunque ambos sean mayores de edad, sus padres podrían acabar con todo. Pero aún así, Rindou sabía que de algún modo, encontró algo excitante en eso. Mientras regulaba su respiración posterior a su orgasmo, Rindou decidió que no podía esperar a que Ran llegara de las compras. Tomó su celular y marcó el número de su hermano. Ran contestó de inmediato.
- R-ran, ven a casa.
- ¿Sucede algo, Rindou?
- Quiero que vengas a-ahora.
- Estás jadeando. ¿Te estás masturbando?
- Olvídate de tu obsequio de cumpleaños si no vienes ahora.
Cortó la llamada.
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Ran se despidió de sus padres y regresó a su casa conociendo las intenciones de su hermano. Sabía que Rindou estaba jugando con él, pero le daría el gusto.