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Los Xiao nacieron para servir a los Wang, cada uno de los hijos de los señores Wang al nacer se les asignaba a un Xiao para atenderlo desde la infancia.

El turno de Zhan para servir a los wang llegó cuando Yibo nació.

Si los señores Wang se enterarán de que un sirviente está saliendo con el heredero posiblemente lo manden a decapitar o a quemar vivo.
Todos los hijos de los Wang están casados con mujeres de alta sociedad, esas mujeres tan bellas no solo en físico también en personalidad, ellas más de una vez cuidaron de Yibo y de él, incluso una de ellas le dió comida de más a Zhan para que no duerma con hambre, lamentablemente obligaron a esa mujer a estar encerrada en el calabozo pues los nobles no pueden tener piedad con los bichos de alcantarilla.

Son las 5:00 de la mañana, Zhan esta más que listo, su camisa blanca abotonada hasta el cuello, su corset con pingüino bien ajustado, un saco negro para completar el atuendo, todo listo.
Bajo a la cocina a preparar el desayuno de su amo Wang Yibo.

Zhan revisa su reloj de bolsillo y fija que ya son las 5:25 de la mañana, hora buena para poder usar el tocadiscos que está en la sala.

Subió al primer piso, se dispuso a tocar la puerta de su señor Yibo. Tocó una vez y no hubo respuesta, tocó dos veces y nada.

— Señor, su desayuno ya está listo, por favor baje.
Reviso su reloj de bolsillo y si bien ya eran las 6:30 la hora exacta para que Yibo desayune.
Un pequeño suspiro elimino el silencio.

— Este hombre ¿Dónde estará?
Volvió a mirar su reloj, 6:37 am.

— Mi señor, voy a abrir la puerta, con su permiso.
La puerta se abrió pero los ojos de Zhan no encontraron a nadie.
Zhan se exaltó, entro abruptamente al cuarto y abrió todas las puertas que había. Nada en el baño, nada en el estudio, nada en mini bar.