Capitulo X1 (a)

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(Escribí esta historia a pedido de mi mejor amigo. Espero que se diviertan).

En ese momento, la sonriente chica rubia se acercó rápidamente a los dos jóvenes y les dijo con alegría – ¡La orden está lista! -. El joven matrimonio quedó muy impresionado con la velocidad de la hermosa moza. Sin perder tiempo, Cecilia colocó una gran jarra de vidrio sobre la mesa redonda y dijo amablemente – Aquí esta su licuado de frutas. Espero que les guste -. Después de escucharla, la mujer de 26 años sonrió y le dijo con amabilidad – Muchas gracias -. Al oírla, el hombre de 28 años que estaba sentado frente a su esposa miró a la chica y le dijo con una sonrisa – Gracias -. Realmente anhelaban probar la bebida tropical.

Luego de llenar dos vasos con licuado de frutas, la sonriente chica rubia los miró y les dijo amablemente – Si necesitan algo más, no duden en llamarme. Estaré feliz de poder servirles nuevamente -. En ese instante, la hermosa moza caminó rápidamente hacia el otro extremo de la acera y se acercó a un hombre elegante que acababa de tomar asiento. Mientras todavía sostenía la bandeja redonda de metal, Cecilia lo miró feliz y le dijo con una linda sonrisa – ¡Hola Don Mario! ¡¿Cómo esta?! -. Ella estaba feliz de verlo, sabía que hasta no hace mucho el hombre estuvo hospitalizado por problemas cardíacos.

Después de escucharla, el hombre de 70 años la miró y le dijo amablemente – Estoy bien... ¿Quién no se sentiría bien con tantas chicas bonitas a la vista? -. Al oírlo, Cecilia se carcajeó amablemente y, tras colocar su mano en su cintura, le dijo con cierta seriedad – No diga eso ¿Qué diría su esposa si lo escuchara decir esas cosas? -. Luego de oírla, Don Mario sonrió discretamente y miró hacia la "Plaza Principal". Sin perder tiempo, la chica rubia volvió a sonreír y le preguntó con amabilidad – ¿Qué puedo traerle? -. Al escucharla, el elegante hombre le dijo amablemente – Para empezar, me gustaría tomar un Whisky con hielo. Por favor -. Sabía que no vendían alcohol a esa hora, simplemente le encantaba bromear con ella.

Después de escucharlo, la chica rubia lo miró seriamente y, tras abrazar la bandeja de metal, le dijo con tranquilidad – ¿Whisky con hielo?... Sabe perfectamente que a las nueve de la noche comenzamos a vender alcohol... Si quiere Whisky tendrá que venir a esa hora -. Sabía que a Don Mario le gustaba bromear, solamente le encantaba seguirle el juego. Al oírla, el hombre elegante la miró y le dijo abatido – Mi señora no me deja salir a esa hora... En ese caso, voy a tomar un café amargo -. Luego de escucharlo, Cecilia sonrió dulcemente y le dijo con alegría – ¡Muy bien! Será un té con miel y unas galletitas de agua. Yo invito -. Ella creía que eso sería mucho más saludable.

Sin decir una palabra, Don Mario sonrió discretamente y, mientras esperaba su pedido, empezó a ver nuevamente la "Plaza Principal". Sabía que esta jovencita quería lo mejor para él, estaba agradecido. En ese momento, la sonriente chica rubia caminó rápidamente hacia la puerta principal y entró al gran establecimiento. "Capri" era un hermoso restaurante que se encontraba en una esquina que estaba frente a la "Plaza Principal" y frente al "Banco Nación". El establecimiento contaba con un elegante bar donde vendían numerosas bebidas alcohólicas, pero solo por la noche. Los clientes tenían la opción de comer dentro del elegante restaurante o si lo preferían podían comer cómodamente en la acera del establecimiento y disfrutar del hermoso paisaje.

Hoy Cecilia vestía una camisa blanca de manga corta, pantalón gris y zapatos negros de mujer. La ropa de vestir era el uniforme obligatorio que debían llevar todos los mozos. Cuando solicitó el trabajo, creía que podía vestirse con ropa corta, pero su jefe no se lo permitió. Para compensarlo, la chica rubia decidió usar un uniforme que fuera exactamente de su talla y no uno que la hiciera parecer un hombre.

Después de preparar el pedido del elegante hombre, Cecilia levantó la bandeja de metal y se propuso a llevársela. En ese instante se abrió la puerta lateral y entró un joven cliente en el establecimiento. Al verlo desde la cocina, la chica rubia sonrió feliz y pensó para sí misma – ¡Oh! ¡Mi admirador volvió! -. Durante tres días seguidos, el adorable chico vino a comer exactamente a la misma hora. A diferencia del resto de clientes, a él le gustaba comer dentro de "Capri". Ayer mismo, cuando le preguntó por qué no comía en la acera para disfrutar del hermoso día, el joven le respondió que prefería comer adentro mientras veía una película en la pantalla LCD de 42 pulgadas. Ella nunca le creyó, sabía que lo hacía para poder verla cada vez que entraba y salía de la cocina.

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