único

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La puerta se le abrió en la cara, seguido de un grito.

—¡Ace, voy con los chicos, no me esperes!—, el chico que había salido casi a tropezones de la casa se le quedó viendo con ojos grandes.

El chico era lindo, tenía ojos grandes y cabello azabache, tenía una cicatriz en la mejilla. No era alto, a su comparación, era tan bajito que le llegaba por debajo del pecho.

—Uh, creo que no esperábamos a alguien, ¿quién eres?—

—Me llamo Yamato, soy la mejor amiga de Ace.—, dijo la chica con una mirada intensa puesta en el menor. Luffy bajó la cabeza nervioso ante la sensación que le daba.

Otro azabache más alto apareció de adentro de la casa, estaba en pantalones cortos y sin remera.

—¡Luffy, espero que tengas el volumen alto cuando te llame!, ¡No quiero ir a-!, ¿Yamato?—

La chica le sonrió, —Esas no son pintas de recibir a alguien, Ace.—

El de pecas iba a reclamar cuando escuchó una bocina. Se giraron para ver una camioneta con algunas personas dentro.

—¡Ya llegaron, nos vemos!, ¡Un placer, Yamao!—, exclamó mientras corría dentro del vehículo y se iba.

—Qué tipo.—, suspiró el otro. —Pasa.—

Yamato entró cerrando la puerta, sus ojos se encontraron con los del menor.

—Sabo está de viaje y Luffy no volverá rápido.—, dijo Ace mientras se acercaba a la chica.

Yamato lo tomó del brazo para, después, girarlo y ponerlo contra la pared. 

—Tengo que aprovechar, entonces.—, susurró con una sonrisa para empezar a besar al otro.

Ace jadeó y pasó sus brazos por el cuello de la más alta para juntar sus cuerpos. La chica había adentrado la lengua en su garganta, haciéndole cosquillas cuando tocaba. Sus piernas temblaron cuando sintió la saliva mezclarse haciendo que, por instinto, trague todo.

Yamato pasó sus manos por la piel suave del otro, dirigiéndolas dentro del pantalón para masajear y estrujar los cachetes del culo.
 
El menor soltó un gemido para separarse del beso, —Do-Dónde piensas que-, ¡Ah!— jadeó cuando sintió unos dedos tanteando su entrada. 

—Vamos, Ace, siempre te gustó que toque aquí.— Dijo Yamato aún pasando los dedos por el coño, sintiéndolo húmedo, —Solo fue un simple beso y ya estás mojado, te creía más fuerte que esto.—

Yamato empezó a frotar lentamente sus dedos contra el clítoris, sintiendo como el flujo bajaba. Con una risita se apartó de Ace.

El menor chilló cuando su pantalón fue bajado y sus piernas abiertas, pegó otro cuando sintió como Yamato enterró la cara en su coño para empezar a chuparlo. Disfrutando como la lengua se adentró en su vagina y cómo se retorció por su cavidad. Yamato tenía los dedos enterrados en sus muslos regordetes para evitar que sus piernas se cierren debido a la abrumadora cantidad de placer que recorría su vagína.

—¡Me voy a correr, me voy a correr!—, Ace echó una mano contra la pared para sostenerse, estaba temblando completamente por el placer y calor que recibía su cuerpo.—¡Ah, Yama-!, ¡No, no!— chilló cuando la chica se apartó. —¡¿Por qué?, no me corrí todavía!—

Yamato lo vio tener leves espasmos, tomó los muslos para rodearlos en su cintura. Llevó a ambos al sofá quedando Ace sobre ella.

La albina pasó su mano por la mejilla sonrojada del chico hasta la nuca para acercarlo y dejar un pequeño espacio, —¿Por qué no me chupas?—.

La amiga de nuestro hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora