Capítulo 6

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Al día siguiente estaba en la puerta de la casa llamando para que abran.
Una mujer algo mayor también vestida de negro me dijo que esperase haciéndome una señal con la mano.
Al momento apareció Amina, ella me dió mi uniforme y me dijo lo que tenía que limpiar, ilusionada empecé a ojear aquella gran casa.

Hice todo lo que me  Amina me decía, comencé quitando el polvo a un gran salón, seguido le pasé la aspiradora y limpié el suelo. Seguidamente me fui a la planta de arriba donde había demasiadas habitaciones. Una a una fui abriendo la puerta y limpiando.
Amina me dijo que no se utilizan esas habitaciones salvo cuando vienen visitas, pero hay que mantenerlas limpias.
Asentí con mi cabeza y empecé por la primera habitación así hasta la última.
Era ya de noche cuando me encontraba quitándome el uniforme.
Amina me condujo hasta la cocina, me presentó a Nasila, ella es la cocinera, y a Zurah su hija y a los seis hombres los cuales  se encargan del jardín y del establo de caballos.

— Mucho gusto. — Digo algo tímida de ver tanta gente sentada en la mesa.

— Ven Veruska, siéntate con nosotras y come algo.

— Gracias. — Me siento junto Amina, la cual me explica que ya quedan pocos días para terminar el Ramadán.
Mientras comemos me explica un poco en lo que consiste su religión y costumbres.
Hasta ese momento no había visto nada raro.
Los hombres comían hablando de su trabajo o de problemas personales.
Y las mujeres hacían los mismo. Yo mucho no entendía, tan sólo me dirigía todo el tiempo a Amina.

Termino de cenar y veo que los hombres se marchan los primeros uno a uno de nuevo hacia el jardín siguiendo hablando.
Yo ayudo en la cocina mirando de vez en cuando las cacerolas llenas de comida.
Por lo bajito y muerta de la vergüenza le digo a Amina si puedo llevarme un tupper con comida.
Ella habla con la cocinera, la cual me sonríe haciendo me un gesto con la cabeza en forma de «sí».
Nada más terminar de limpiar la cocina, me despido de todas mis compañeras cargando una bolsa con comida.

Alegre porque  al fin todo lo malo vaya desapareciendo lentamente llego a casa dando pequeños saltitos con mi bolsa de comida.
Al menos esta noche tanto mi madre como mi hermano no comerán pan duro.
Al llegar a la puerta de mi casa escucho unas voces.
Acelero el paso hasta pasar dentro de mí casa, donde veo como el casero tiene a mi madre sujeta del cuello medio tumbada en la mesa con su mano metida por debajo de su falda.
Agarro a mi hermano y le digo que llame a todas las puertas de los vecinos diciendo que su mamá le están pegando.
Acto seguido agarro una sartén y sin dudarlo le golpeó a ese desgraciado con todas mis fuera en su espalda.

— No toque a mi madre hijo de puta. — Vuelvo a pegarle pero sin éxito.
Él, al ser más alto y gordo me agarra dándome un empujón contra la pared, no da tiempo de levantarme cuando ese desgraciado me golpea varias veces.

— Deje a mi hija en paz.— Mi madre le golpea con algo. Aprovecho que está dolorido para desplazarme hacia un lado y buscar algo para que no lastime a mi madre.

— Malditas zorras, me la vais a pagar. — Gritaba aquel desgraciado mientras varios vecinos lo sacaban de mi casa hacia la calle.

Dos de las vecinas llamaron a la policía, mientras tanto abracé a mi madre la cual tenía signos de que ese hombre le había golpeado.
Y aunque intentamos explicarle a la policía que aquel hombre había intentado violar a mi madre y a mí, no fue suficiente para quitarnos de pasar la noche en el calabozo.
Nos encerraron porque le debíamos meses de renta y por haberle agredido al casero, cuando él solo está pidiendo su dinero.
Según la policía yo intenté matarlo. Ojalá lo hubiera echo, total un desgraciado menos.

Toda la noche la pasé abrazada a mi madre temblando por lo sucedido y pensando en mi hermano.

Hasta la tarde del siguiente día gracias a la ayuda de los vecinos que pagaron nuestra fianza pudimos salir de los calabozos.
Nada más ver a Fernando lo abracé fuerte diciéndole que todo está bien.
Mi madre no podía dejar de llorar, al verla así yo también lloré de la misma frustación de pensar en la injusticia que existe.

Forzada Para Complacer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora