nothing without you › 𝗰𝗵𝗮𝗻𝗴𝗷𝗶𝗻 [HIATUS]

I. Crybaby.

Perdido, desolado e inexplicablemente exhausto... Así es como se siente.

El único motivo de esta pesadumbre no puede ser otro que su reciente ruptura. Y es muy posible que lo esté exagerando un poco, porque Hyun Jin es consciente de su tendencia por llevar las cosas demasiado lejos, pero le es difícil no mortificarse por ello.

No ser comprendido y vivir en el rechazo por su fragilidad era algo de lo que no pudo escapar por más que lo intentó. Fue sólo con él, que fue capaz de olvidar el horrible sentimiento de soledad que lo atosigaba, el dolor de no ser aceptado y el hecho de que sólo lo quisieran para aprovecharse... Él lo ayudó a superarlo todo y le hizo experimentar una felicidad sin igual en el tiempo que compartieron juntos.

Pero desde que no está a su lado, aquel tormento que lo perseguía en el pasado regresó, y con una magnitud mucho mayor.

Nadie lo entiende, ni siquiera Hyun Jin a decir verdad... Nadie entiende por qué todo acabó si la relación fue hermosa, fue sana y, lo más importante, ambos eran muy felices. Los de su entorno declaraban que excedían lo envidiable, y fuera una exageración, pero incluso Hyun Jin podía jactarse de eso.

Entonces, ¿por qué rompieron?

Aunque él mejor que nadie sabe la respuesta, prefiere evitar pensar en ello...

A día de hoy, todavía se cuestiona la lógica de su elección; porque sí, todo ocurre a raíz de una decisión que él tomó por sí solo —una que, según su cabeza aquél día, estaba supuesta a ser "lo mejor" para ellos. Pero él no está bien con este resultado, para nada.

Pero no puede hacer nada al respecto, más que resignarse a sobrellevar el sufrimiento que él mismo se impuso y la soledad que lo desgarra. A fin de cuentas, está así por su culpa.

Recoge el agua tibia en sus manos y se la echa al rostro, así se obliga a salir de sus reflexiones antes de ceder a la tristeza. No le sobra el tiempo para eso.

Con un suspiro fluyendo de sus labios, abandona la tina y cierra la llave. La deja vaciándose mientras se coloca su albornoz y una pequeña toalla en su cabello mojado para salir del cuarto de baño. Arrastra los pies hacia el clóset y desinteresadamente toma lo primero que se atraviesa en su visión; una camisa de mangas largas color rojo pasión con pequeños detalles de encaje en la espalda, y un pantalón negro rasgado.

Posteriormente, camina hasta el espejo de cuerpo completo que se sitúa enfrente de su cama, dejando la ropa allí. Hace que el albornoz se deslice de sus hombros y se sienta en el borde con un suspiro, estudiando su figura en el reflejo.

Observa con detenimiento cada rincón de su cuerpo, tratando de dar con ese algo que se le ha perdido con el pasar de los días; ya no están las innumerables marcas violáceas que tenía tatuadas en la piel, aquellas que eran recuerdo de lo especial y amado que era. Recuerdo que se ha desvanecido en totalidad, como si hubieran pasado largos años desde la última vez que fue adorado.

No queda ni el más minúsculo rastro de esas huellas. Ni en la piel inmaculada de sus muslos o en el interior de ellos, no más en su abdomen, en sus hombros, clavículas o en su níveo cuello... No queda nada.

Se tiende de espaldas sobre las sábanas, suspirando desdichado.

Es cada día más y más frustrante. Cada miserable segundo que pasa, lo extraña más que en el anterior. La necesidad de volver a poseerlo es un suplicio, que lo quema vivo con las llamas abrasadoras que se encienden en la punta de sus dedos. Su propio toque no la apacigua en lo absoluto, porque nunca tiene éxito en recrear las sensaciones que lo llenaban cuando era reclamado por quien, hasta hace relativamente poco, fue su pareja por cuatro años.