01

142 8 2
                                    

1
INTRODUCCIÓN (I)

Me acuerdo de cuando le conocí, me acuerdo de todo.
El paso de los años no han hecho que olvide ni siquiera que ropa llevaba ese día.

Lo recuerdo al mínimo detalle.

Era un 16 de Agosto y yo tenía 7 años.

Recuerdo que estaba sentada en la acera tomando un granizado de fresa. Estaba contenta porque mi madre me había dejado ponerme mi camiseta favorita , era nueva y la había convencido para que me dejara ponérmela. Movía los pies emocionada mientras tomaba mi granizado. Recuerdo como vi un balón de Fútbol acercarse a mi cara a toda velocidad.

Mi granizado manchó la camiseta que tanto me gustaba.

Empecé a llorar, mi madre se iba a enfadar conmigo.

Eran unos tres niños, al ver cómo lloraba escuché unas risas.

Me levanté de la acera enfadada limpiándome las lágrimas con mi mano.
-¡Eres un tonto!¡ Me lo has tirado!

Uno de los chicos era más mayor que yo.

-¿Qué has dicho pecosa?

Recuerdo como me acobardé cuando me llamo así, me quemé la cara en un verano y se me quedaron unas pecas .

-Que eres un tonto. Como te sigas acercando se lo voy a decir a tu mamá.

Me rio avergonzada cuando suelo recordar algunas partes de la historia, los insultos, bueno los "insultos " no eran muy elaborados que digamos. Sergio se encarga muchas veces de recordármelo para avergonzarme.

Me puse roja cuando el segundo chico se río con él.

- Déjala Sergio, ha sido tu culpa. Le has tirado su granizado.- hay una tercera voz dulce.

Sigo notando mis ojos mojados de haber llorado y miro al niño que no tiene que tener más que mi edad.

Tenía el pelo negro, revuelto de haber estado jugando.

Cogió el balón, y se los dió a los dos niños.

-Jugar vosotros ahora vuelvo.

Se sentó donde yo estaba y me invitó a volver a sentarme. A su lado.

No sabía a dónde mirar, recuerdo como me empezó a latir el corazón sin saber por qué. Su pelo negro brillaba con el sol y sus ojos... esos ojos que bueno... son mi debilidad.

Me sonrió nervioso. Yo no quería sonreírle, de pronto me dio vergüenza. El finde semana pasado se me había caído mi primer diente de leche.

Acabé sonriéndole sin darme cuenta. Lo sigo haciendo a día de hoy. Sonreírle. Sin darme cuenta.

-Perdón por mi amigo. Mi madre me dice que cuando las cosas no se hacen bien hay que pedir perdón- lo recitó de memoria y sonreí mirando al frente.

-No pasa nada.

Si, si pasaba. Pero ya no me importaba.

Miré mi camiseta, estaba manchada. Recuerdo como quise taparme.

Sonrió al imaginarme aquella escena. Ya estaba a sus pies y ni lo sabía.

Todo lo que siento por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora