Nadie

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Izuku estaba en casa solo, hace días su novio lo había consolado de una fatídica pesadilla, pero no había tenido más. La lluvia caía con intensidad sobre la ciudad, la fuerte lluvia y los estruendosos relámpagos hacían de ese día, una tarde relajante pero extraña para el pecoso. 

Comía algunas botanas mientras veía una de sus películas favoritas, escuchó que tocaban la puerta, sin despegar mucho la vista del televisor, abrió a ver quién era, se topó con la sorpresa de que era su novio. 

Le sonrió y lo invitó a pasar, regreso a ver su película, escuchó como dejaba su chaqueta y caminaba por la casa, primero por la cocina, luego por el baño y finalmente por las habitaciones, donde no se escuchó más el movimiento. 

—¡Shou!

Gritó sin recibir respuesta. Extrañado iba a levantarse por si su novio no se encontraba bien, pero nuevamente la puerta sonó. Midoriya fue a atender, abriendo los ojos sorprendidos al ver a su amante sonriéndole. 

—Izu, ¿Qué pasa?, ¿Por qué esa cara?

Preguntó preocupado al ver pálido a su joven amante. Midoriya, aun shockeado le explicó lo que sucedió. Todoroki, con un duro palo de madera recorrió la casa de pies a cabeza, pero no había nadie, lo que encontraron fueron huellas de agua que hacían un camino, pero el adulto recién había llegado. 

Estaba profundamente aterrado sobre el incidente, esa noche el adulto no volvió a casa, se quedó otra noche en casa del más joven a dormir. Era una mentira si decían que no tenían miedo, Izuku estaba perturbado, no fue ni fue nadie quién había entrado a su casa, fue la nada. 

"Señor amante, es aterrador lo que pasó en la tarde, fue una ilusión de una mente que está empezando a caer en la demencia de una perdida, señor amante, el miedo invade mi cuerpo si no estas, espero que no me abandones hasta que mi mente pueda procesar lo que sucedió."

Señor amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora