Turma da Mónica en: La misteriosa niña del campiño II

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Narrador omnipresente

Franjinha estaba más rojo que un tomate, esa niña lo tomó con la guardia baja y ahora no sabía ni que decir.

La niña veía con una intensidad al pobre científico que no hacia mas que ponerse aún más nervioso.

El momento incomodo por el que estaba pasando el rubio fue interrumpido por la dientona, a quien Franjinha agradeció mentalmente por sacarlo de ese embrollo.

Mónica: oye estas bien preguntó la dientona acercándose a la pareja.

Niña: lo estoy, este bello ángel rubio de aquí me ha auxiliado dijo la morena señalando a Franjinha.

El pobre rubio volvió a ponerse color de cereza mientras que los niños de la pandilla reían de la situación.

Ninguna niña se atrevía a decir comentarios tan directos sobre el rubio, quien era considerado un chico algo frío y distante, pero que ahora parecía una masita tierna.

Mónica: ah, hablas de Franjinha

Niña: Franjinha, jajaja, la niña empezó a reírse del nombre del científico, al cual no le gustó que se burlaran de su nombre.

Franjinha: aja, con que burlándote de mi nombre verdad desvergonzada exclamó el rubio muy molesto.

Niña: no, no me malinterpretes, no me rio de tu nombre, en realidad creo que es un nombre muy bonito dijo la niña muy sonriente

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Niña: no, no me malinterpretes, no me rio de tu nombre, en realidad creo que es un nombre muy bonito dijo la niña muy sonriente.

El científico quedó muy confundido por las palabras de la niña delante de él.

Franjinha: entonces no crees que mi nombre es raro o ridículo preguntó el científico

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Franjinha: entonces no crees que mi nombre es raro o ridículo preguntó el científico.

Niña: por supuesto que no, yo creo que es un nombre adorable, además queda muy bien contigo lindo dijo la menor acariciando la regordeta mejilla del rubio.

Aquellas tiernas y sinceras palabras sumado a esa delicada caricia hicieron latir rápidamente el corazón del rubio, no estaba acostumbrado a recibir tanto elogios que solo pudo avergonzarse.

Aquellas tiernas y sinceras palabras sumado a esa delicada caricia hicieron latir rápidamente el corazón del rubio, no estaba acostumbrado a recibir tanto elogios que solo pudo avergonzarse

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Mónica y su pandilla: Una princesa en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora