Y pensar que todo paso por algo tan simple como no comer un día.
-Prohibida la copia y adaptación total/parcial de esta historia.
-Historia 100% mía
-Las imágenes no son mías. Créditos a sus respectivos autores.
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Ahora sí comenzamos.
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Temprano por la mañana, un rubio se removía en las sábanas medio dormido, pensando si era buen idea ir a la escuela. Hacía frío, sus mantas estaban calentitas, la combinación perfecta según él para seguir durmiendo.
Quizás lo hubiera hecho, de no ser que de la nada sintió como las sábanas le eran arrebatadas de un tirón.
—¡Despierta ya! — bufó al ver cómo el rubio le ignoraba olímpicamente y se acomodaba en la cama — Maldita sea Zenitsu, no me hagas traer el agua helada.
Al escuchar eso el rubio se incorporó rápidamente mientras se tallaba los ojos y estiraba su cuerpo. Ser mojado con agua helada no era la forma más bonita de despertar, lo que si le sorprendió fue escuchar a hermano advertirle ya que usualmente a la primera que lo ignora, sin avisar le lanza el recipiente con agua.
—Kaigaku... ¿Qué hora es?
—Faltan 15 minutos para tu clase — le arrojó las sábanas que aún tenía a la cabeza — Yo me voy ya, el abuelo salió a hacer unos recados y dijo que volvería por la tarde.
—¡¿Qué?! ¡¿Y por qué no me despertaste antes?! ¡Ahh, llegaré tarde!
El rubio salió como un rayo hacia el baño y no tardó mucho en escucharse el agua correr. El mayor soltó una risa mientras bajaba las escaleras para irse a su propia preparatoria.
Zenitsu debería estar agradecido que se tomó la molestia de avisarle. Salió de la casa dando un portazo para dirigirse a su escuela. Aunque tenía la sensación de estar olvidando algo.
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Mientras tanto, Zenitsu se colocaba el uniforme de manera apresurada, faltaban 7 minutos para que empezarán las clases y no quería ser recibido por el profesor Tomioka en la entrada. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, Tomioka daba miedo.
