Capítulo 1: La mentira de Toni.

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Toni corrió al excusado y vacío su estómago como nunca. Era tanto el estrés que le generaba la situación que no sabía cuánto tiempo más podría soportar fingiendo. Jack Conway parecía no darse cuenta de absolutamente nada, pero cada día le era más difícil sobrellevar las cosas con Los Gambino, la antigua banda criminal que había formado en Marbella, y con Carlo, a quién no había podido ver desde su llegada a Londres y quién no paraba de hacer locuras en badulaques con una máscara de fruta encima a pesar de estar en búsqueda y captura por órdenes de las mismísima Interpol y de tener lazos misteriosos con el FBI.

Era demasiado.

Su cuerpo se sacudió en consecuencia de las últimas arcadas y cuando terminó de vomitar, cerró la tapa del excusado y jaló la palanca, luego se sentó en el suelo y recargó la espalda en la pared. No quería ni verse en el espejo, no cuando no era él a quien veía el reflejo. Le había costado cambiar su aspecto para parecerse a Gustabo, y aunque en un principio le pareció divertido jugar al policía, ya no estaba tan seguro de soportarlo. Tarde o temprano lo descubrirían.

Cuando se sintió capaz de ponerse en pie, salió del baño y caminó hacia la cama del cuarto de hotel que estaba pagando desde hacia un par de semanas. Por fortuna nadie sabía dónde se estaba hospedado, ni siquiera Conway con sus dotes de persuasión, y eso ya era ganancia. Al tomar asiento, se pasó una mano por la cara y suspiró. Todavía tenía náuseas y la cabeza le dolía horrores, pero al menos se sentía un poco mejor que cuando había llegado al hotel después de largas horas de servicio en la comisaría.

Cómo ya pasan de las dos de la mañana, Toni apagó la lámpara que estaba sobre la mesita de noche y se recostó en la cama, listo para descansar. Permaneció varios minutos con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño, pero le fue imposible por el dolor de cabeza y la ansiedad. Entonces, para tener algo que hacer pese a ser contraproducente, sacó su móvil del bolsillo trasero de sus pantalones y desbloqueó la pantalla. No tenía un fondo bonito, en realidad era el fondo por defecto que traían los móviles al ser adquiridos, mas no le importaba mucho. No sentía que ese móvil fuera suyo y Conway siempre estaba husmeando en su cosas, así que lo mejor era no dar sospechas.

Estuvo un rato mirando Twitter y respondiendo alguno que otro tweet con su cuenta falsa de @AvispaCulona, y cuando por fin el sueño se hizo presente, apagó el móvil y cerró los ojos para descansar.

Para su mala suerte, la misma pesadilla que llevaba acechándolo desde hacia varios meses se hizo presente nuevamente, en la cuál él se encontraba a las orillas del mar junto a un payaso que no paraba de murmurarle cosas raras al oído, mientras que a lo lejos observaban un cuerpo mecerse al ritmo del vaivén de las olas.

***

—Buenos días, Gustabín.

—¿Qué pasa, Conway? —lo saludó Toni al entrar a la comisaría. No tenía idea de que Jack Conway estaría tan temprano ahí, aunque sospechaba que él mismo tenía que ver con eso.

—Nada, nada —respondió Jack caminando detrás de él—. No pasa absolutamente nada, es solo que decidí pedir temprano un taxi ya que a mi hijo, el gran gilipollas, se le suele olvidar recogerme en el hotel para irnos juntos al trabajo.

—Ya, tranquilo —dijo Toni con una sonrisa divertida pese a sentirse todavía un poco indispuesto—. No entiendo por qué no te consigues un auto, de verdad.

—Y yo no entiendo por qué la puta comisaría no me da uno todavía. ¿Acaso no saben quién soy?

—Esto no es Los Santos, no te conocen y...

¿Quién Soy? [Tonway]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora