Capítulo 6: David Gordon, el comisario.

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El auto tenía un aroma especial. La colonia del comisario Gordon predominaba en todo el espacio y a Toni le resultaba muy agradable. No picaba la nariz ni tampoco provocaba dolor de cabeza. Era una mezcla entre bergamota, pachulí, madera y lavanda, una colonia deliciosa y peculiar que Toni sabía a la perfección que provenía de su adorada Italia. El chino le había regalado la misma colonia en su cumpleaños poco antes de que las cosas se vinieran abajo, y hasta ese entonces era su favorita. Si bien ahora no tenía mucho dinero para continuar dándose esos lujos, agradecía el privilegio de volver a disfrutarla aunque fuera en otra persona.

Gordon se mantenía serio al volante, aunque de vez en cuando miraba de reojo a su acompañante. Toni estaba al tanto de ello, pero no le dio tanta importancia. Su cabeza era un lío inexplicable como para preocuparse por detalles insignificantes.

—¿Y cómo va ese brazo, Gus? —preguntó de repente Gordon.

—Va bien, gracias —respondió Toni, volviendo a la realidad—. Cada vez duele menos.

—Nos sacaste un buen susto. No fue una herida muy grave, pero habías perdido mucha sangre y eso nos alarmó a todos —agregó Gordon—. Pero te ves bien. ¿Cuándo podrás dejar de usar esa cosa que tienes en el brazo?

—El doctor dijo que sería bueno usarlo al menos tres semanas, pero el fin de semana ire a revisión para ver qué opinan. Servirá también para que me miren la herida del hombro.

—Ya... —Gordon sonrió de lado y aprovechó que el semáforo estaba en rojo para sacar unas gafas de sol que estaban dentro de la guantera del auto—. Con tu permiso, Gus.

La mano de Gordon rozó levemente las rodillas de Toni cuando abrió el compartimento de la guantera. Dentro de ella habían un montón de papeles y sobres que seguramente tenían que ver con los registros de las múltiples multas de tránsito que se tramitaban al día, y hasta el fondo estaban las gafas del comisario.

—Bonitas gafas —halagó Toni mientras lo observaba ponérselas—. Creo que yo olvidé las mías en la oficina de Conway.

Mencionar ese nombre hizo que sus labios formaran una línea recta, gesto que no pasó desapercibido por Gordon.

—No quiero sonar entrometido, pero... ¿Qué fue lo que pasó en la oficina de tu padre?

«Él no es mi padre» quiso responder Toni, pero por obvias razones se contuvo.

—Puras tonterías.

—Tenía la impresión de que iba a partirte la cabeza en dos.

—No sería novedad.

Gordon suspiró suavemente.

—No conozco a tu padre tan bien como tú, pero me atrevo a decir que es un buen hombre —comentó mientras disminuía la velocidad para aparcar sobre una calle poco transitada—. Admito que su relación es complicada, pero te quiere.

Toni se mordió el interior de la mejilla, acto que solía hacer cada vez que sabía que estaba haciendo algo incorrecto.

—¿Por qué piensa eso? —preguntó para disimular, tratando de actuar como si de verdad fuera Gustabo—. Él me abandonó durante muchos años y ahora pretende ordenarme como si fuera un adolescente.

¿Quién Soy? [Tonway]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora