Pablo es un joven nacido en la Ciudad de México dentro del núcleo de una familia de clase media alta, religiosa y de ideología de derecha, homofóbica y transfóbica por los pensamientos católicos apostólicos que han profesado desde pequeños.
Pablo nunca se ha sentido identificado con el cuerpo que le tocó, se identifica como una persona transgénero desde muy pequeño. La primera vez que se lo dijo a sus padres, ellos pensaron que era por haber decidido que entrara a una escuela mixta, así que decidieron cambiarlo a una escuela exclusiva de valores y pedirle a los sacerdotes aplicar una terapia de conversión para hacerlo lo que siempre fue: Un hombre. Paula, como ahora prefiere que le llamen; tiene ya 17 años y asiste al bachillerato en al Escuela Nacional Preparatoria 6 de Coyoacán y se ha informado con sus compañeras de la comunidad y está lista para empezar con su proceso de hormonas con ayuda de las instituciones de salud pública.
Paula sabe que no tiene el apoyo de sus padres, sin embargo, sus tíos cercanos que tienen un pensamiento más abierto se acerca para comentar sus planes para huir de su casa.
Los familiares acceden a ayudarlo a que pueda vivir su proceso solo sin que deje sus estudios. Así que sin contarle a sus padres comienza a ir al hospital solo para tomar los estrógenos que le otorgan para su proceso. Poco a poco los cambios fisiológicos; su voz era más aguda y el vello corporal se iba lento.
Cuando su pecho comenzó a crecer sus padres se dieron cuenta de lo que estaba pasando y decidieron seguirlo a escondidas al salir de la escuela. Paula se percató del coche de su padre desde la ventana del consultorio y decide marcar a su tío para que le ayude a escapar por fin de su casa.
Antes de que sus padres entraran a buscarle, ella sale por el estacionamiento y sube al automóvil que le esperaba para irse lejos de quienes no la dejaban ser ella misma.
Pablo murió el día en que Paula decidió ser feliz.
