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Chapter One

Lucía camino por el pasillo, se sentía abrumada, la felicidad y alegría parecía inundar el lugar donde se encontraba. El castillo parecía caer en un pozo de alegría y felicidad que le daban ganas de vomitar.

Nunca pensó que su hijo tomaría lugar del trono que tanto le costó trabajar, no sentía que estuviera listo. Zack era alguien inteligente y valiente, pero parecía ser demasiado tímido, carecía de fuerza de palabra, no entendía como si quiera fue elegible para reinar.

Sabía que su reino terminaba el día de hoy justo a la edad de sesenta y cinco años pero ¿Por qué? Ella se sentía con fuerza para seguir reinando y teniendo en la palma de su mano toda una población que en lugar de seguir adelante parecía retroceder.

Absurdas reglas.

—Mi reina — notifico la sirvienta haciendo una reverencia, extrañaría eso.

En el pueblo y reino era bien sabido que una vez el rey en turno se jubila deja de tener el respeto que algún día tuvo, vuelve a ser una persona más que común. Claro, sigue manteniendo un puesto pero por ejemplo los empleados ya no tienen obligación de hacerle una reverencia o cumplirle los caprichos.

Llamenla egoísta o materialista pero diablos, amaba que le hicieran reverencia, sentir ese respeto y miedo de la gente al verla entrar a cualquier lugar y tener a todos a sus pies.

—Quiero a Zack aquí. Llamenlo. — ordenó sentándose en el trono

—Si, reina.

Espero, tranquila pero después de diez minutos se desespero. ¿Donde estaba Zack? Sonó la campanilla que utilizaba para llamar a los empleados cuando necesitaba algo, no era muy educado el gritar.

—¿Qué pasa? ¿Donde está Zack? — pregunto cuando la vio entrar.

—El príncipe Zack se niega a venir. — respondió

—¿Esta mal? — pregunto con voz preocupada.

Podría ser una mala persona con los demás, dura y hasta parecer sin sentimientos pero su hijo, su hijo era otro tema.

—Tiene fiebre. — respondió la empleada bajando la cabeza.

—¿Que esperan para llamar al médico? ¡Ahora! — grito levantándose y caminando directamente a la habitación de su hijo.

Su vestido se meneaba, sus pasos eran veloces y sonaban fuertemente al chocar el tacón con el piso de mármol. Paso por uno de los tantos ventanales del pasillo y pudo ver cómo el cielo comenzaba a nublarse y ponerse negro, como si quisiera decir algo.

Llegó al menos dos minutos después abrió la puerta sin importarle nada, ni siquiera la educación de esperar. Zack estaba sentado en la ventana viendo hacia el horizonte.

—Salgan — les ordenó a los demás, apenas se fueron quitó su corona y se acercó a su hijo. —¿Estás bien, bebé?

Zack asintió.

—¿Qué pasa? ¿Son los nervios? — pregunto de nuevo con voz amorosa.

—Mamá, se que no me crees capaz, lo sé. — respondió —Pero ahora mismo, me siento tan mal, mareado y sin ganas.

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⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

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Zack ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora