Capítulo 1

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Akaza definiría a su amigo Gyutaro como espontaneo, alguien que nunca sabrías por donde saldría o que te diría, pero nunca por un tonto por eso accedió sin tan siquiera protestar.

Habían quedado en la entrada del bosque cuando la luna se encontrará más alta, partirían por la noche para moverse entre las sombras y  aprovecharían que Ume estaría dormida, la hermosa joven no podía saber que su hermano se había ido sin ella.

-¿Nos vamos?- pregunto el omega más alto.

Akaza simplemente asintió. Una parte de su cabeza, la más sensata, le decía una y otra vez que era una locura acompañar a Gyutaro cuando su celo estaba tan cerca pero la otra brincaba de alegría y no era para menos, Ume era como una hermana para él y pensaba ayudar a su amigo a encontrarle el mejor regalo de cumpleaños.

-¿Cuál es el plan?- pregunto el pelirrosa-porque tendrás uno, ¿no?

-Si- dijo con una amplia sonrisa repleta de dientes- entrar, coger el huevo e irnos. Si tenemos suerte cogemos otro y lo vendemos, nos ayudará a pagar las goteras.

El omega le miró con la ceja levantada y suspiró con pesar.

-¿Qué?- cuestionó al ver la reacción de su compañero- es una buena idea.

-No lo es y lo sabes.

-¿Entonces por qué no te das media vuelta?

-Porque si mueres Ume estará muy triste- afirmó con broma- y necesitamos solucionar esas goteras, estoy harto de mojarme el culo cada vez que voy de visita.

Ambos jóvenes rieron. Para un omega soltero vivir de manera independiente era casi imposible a no ser que te arriesgues a ser un cazador de tesoros empleo que tanto él como Gyutaro habían aceptado.

-Será complicado- dijo Akaza.

-Ser omega en un mundo de alfas es complicado, robarle un puto huevo a un dragón es pan comido.

Cuando el sol asomó tras las colinas Akaza y Gyutaro habían conseguido llegar a los valles áridos, la frontera que llevaba a los territorios de la Hashira, la manada de dragones más peligrosa y exótica del país.

-¿Cómo piensas llegar?- pregunto Akaza.

-La idea es atravesar el desierto hasta el oasis de Cristal, con la primavera es la mejor zona para la cría.

-¿Buscamos alguno en específico?

-El dragón mariposa es omega, la última vez que voló cerca de la aldea pude observar que estaba embarazado.

-¿Quieres el huevo del dragón mariposa?- cuestionó como si su amigo se hubiera vuelto loco- vamos a morir.

-Exageras.

Akaza bufó fuertemente pero continuo siguiendo al omega.

Atravesar el desierto no fue complicado, las primeras horas del día mantenían el frió de la noche y el calor que amenazaba por empezar.

-Es hermoso- exclamó Akaza al observar las cristalinas aguas del oasis.

-Siempre te traigo a sitios bonitos cariño- bromeo-hay que darse prisa, los dragones volverán pronto de la caza matutina.

-¿Dónde se supone que están los huevos?

Gyutaro miro con preocupación a Akaza.

-Se supone q tú debes saberlo.

-¿Yo?-dijo con incredulidad-¿Por qué coño debería saberlo yo?

-Te llevas todo el día sacando tesoros de la cuevas de dragones.

-Pero no en época de anidación gilipollas.

-Pues tenemos un problema.

-No jodas- dijo con sarcasmo- ni cuenta me había dado.

Los omegas decidieron rodear el profundo lago internándose más todavía en territorio de dragones. Se mantuvieron ocultos entre la poca maleza hasta que consiguieron llegar a un claro cuya flora desentonaba con la naturaleza que les rodeaba, en el centro aquello que habían ido a buscar.

Akaza avanzó primero. El nido se encontraba iluminado por los rayos del sol haciendo que sus duras escamas azules tuvieran un brillo mágico, a pesar de que era conocido que los dragones anidaban juntos allí no había nada más que aquel huevo.

-¿Sólo uno?- susurró Gyutaro alcanzando a su amigo- mierda, así me da pena.

El pelirrosa observó con atención. El huevo no era muy grande y, a pesar del color opaco, poseía algo que era simplemente hipnotizante.

-A Ume le encantará- dijo- y no creo que volvamos a tener una oportunidad cómo está.

El omega estiró lentamente los brazos y cogió el huevo acunándolo en su pecho con cuidado. Gyutaro acarició las escamas, no sabían porque pero ambos tenían sus sentidos omegas a flor de piel gritandoles por meterse en el nido y protegerlo.

-Vamonos- dijo Gyutaro saliendo del trance- o será demasiado tarde.

Akaza se movió con sigilo, el leve viento que soplaba les ponía demasiado alertas, era peligroso estar en un nido de dragones y más con un huevo en sus manos. Se deslizaron lentamente hasta el lago y miraron el desierto, el calor había aumentado considerablemente pero no podían permitirse que eso les frenará.

El omega estiró lentamente el pie y tocó la ardiente arena que quemaba su piel a pesar de los zapatos. Respiró hondo.

La ráfaga de aire les golpeó fuertemente lanzándolo hacia atrás y separándolos del huevo. Gyutaro fue el primero en reaccionar. Con rapidez buscaron a su alrededor, no podían permitirse perderlo y mucho menos que acabará destrozado.

-¿Buscáis esto?- pregunto una tercera voz .

Akaza observó con asombro a la persona enfrente de él. Su pelo blanco caía hasta sus hombros elegantemente y sus ojos morados les sonreían con picardía, unos amplios cuernos salían de su frente curvándose hacia atrás y las alas en su espalda estaban ampliamente abiertas, como una amenaza, el pelirrosa juró ver una escamada cola a su espalda.

-Te importaría devolvernoslo- hablo Gyutaro- lo encontramos primero.

-¿Qué cojones?- le dijo Akaza.

-No voy a permitir que esta cosa, la cual sinceramente no sé que es, nos robe el botín.

-Tiene unos putos cuernos más grandes que mi brazos- siguió protestando- que se quede el maldito huevo, ya encontraremos otro.

-¿Y arriesgarnos a que regresen los dragones?- pregunto con sarcasmo- ni de broma. Devuelvemelo.

El extraño ser les miro con la ceja alzada y cara de sorpresa.

-Creo que no lo entendéis- dijo con una sonrisa- pero no os lo pienso dar.

-Devuelvelo- siguió insistiendo Gyutaro- quiero volver a casa, mi hermana estará histérica.

-No- dijo mientras lo ponía cuidadosamente en el suelo- y vosotros tampoco os vais.

Akaza miró asombrado como el joven se convertía en un enorme dragón de mirada feroz y escamas moradas.

-Mierda- susurro- estamos jodidos.

Dragones y Omegas (Kimetsu No Yaiba)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora