Prólogo

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                      La caída

Cayó al suelo con tanta fuerza que la tierra a su alrededor se agitó con un fuerte estremecimiento. Miró a su alrededor y no supo orientarse en aquel paraje desértico que se extendía ante sus ojos. Estaba de rodillas en el suelo arenoso con un puño clavado él formando un cráter por la presión que ejercía. Sintió el ardor en su espalda a la altura de los omóplatos y su cuerpo semidesnudo tembló de rabia y dolor, la impotencia lo hizo soltar un grito tan fuerte que le desgarró la garganta. Había pedido su mayor tesoro, su identidad, aquel imbecil le había arrancado las alas .

Estaba tan enojado y dentro de sus pensamientos que no los sintió llegar. A su espalda estaban sus hermanos, todos aquellos que jamás lo abandonarían aunque el desgraciado de su hermano mayor lo hubiera tachado de traidor y lo expulsará de su hogar.  Ellos lo habían seguido y eso significaba que jamás podrían regresar al igual que él.

Las expresiones del grupo eran tan diversas como sus mismos rostros. Ira, rabia, impotencia, miedo, lástima. Todos estaban allí por él, no consideraban justo lo que habían hecho con su hermano pequeño y por eso decidieron irse con él.

_ ¿Hermano?- preguntó la voz nerviosa de Circe a su espalda,sin embargo este no respondió.

El silencio se extendió por el aire como una densa bruma. El cielo despejado de repente se oscureció y un viento fiero azotó las arenas aparentemente tranquilas del desierto. Los relámpagos iluminaban cada rincón del cielo y entonces una explosión de poder los hizo retroceder hasta casi caer de espaldas en el suelo. En el centro de esto estaba su hermano, quien era el más poderoso de los ángeles, al que su hermano había desterrado por haber cometido un error, sin siquiera haber alcanzado la madurez de sus poderes.

_¿Eirel?- preguntó Damián detrás de él con la boca abierta por lo que tenía en frente.

No podía creer lo que estaba mirando. Su hermano que unos minutos atrás parecía completamente derrotado estaba de pie luciendo en perfectas condiciones y sin rastro de las heridas que le habían visto. Pero lo más sorprendente eran esas majestuosas alas negras y brillantes que habían vuelto a crecer en su espalda, solo que a excepción de las anteriores que habían sido blancas y angelicales, estas eran oscuras y aterradoras como una noche sin luna.

_ No me vuelvan a llamar así- su voz era fría y ronca- a partir de este momento mi nombre es Enoch y quien quiera seguirme puede venir conmigo.

Dicho esto comenzó a caminar descalzo sobre la arena hasta perderse entre las dunas arrasadas por el viento de minutos antes. Detrás de él sus hermanos caminaban en silencio, el nuevo poder que emanaba de su hermano los dejaba estupefactos y viendo el cambio, incluso sentían miedo de lo que podría venir a continuación.

Lo oscuro de su mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora