CAPÍTULO 1 - La Parvada del Cuervo

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Solía pasar horas vagando en soledad por aquel laberinto de estatuas que era el jardín de Murati. Muchos la habían tachado de excéntrica. ¿Qué clase de joven, tan llena de vida como ella, pasaría tanto tiempo entre muertes petrificadas?

En su opinión, sin embargo, no había nada de raro en aquel pasatiempo. Al fin y al cabo, las estatuas eran mejor compañía que muchos de los que aún no habían sido reclamados por la deidad de la roca.

Aun así, ya hacía tiempo que ese tipo de habladurías habían cesado. Desde que el ejército del Imperio había empezado a movilizarse, desde que la Guardia del Foco había organizado su defensiva y los hijos de Akanas habían ofrecido su apoyo, había dejado de visitar el lugar. Ya no era el espeluznante museo repleto de leyendas ancestrales. Se había convertido en una tumba. Siempre lo había sido, Ghara lo sabía, pero los restos desmenuzados de los cadáveres que, día a día, recuperaban de la batalla lo hacían demasiado real. Demasiado cercano.

Seguían siendo estatuas. Rocas. Completamente inertes. Moldes de lo que una vez habían sido personas. Solo que, ahora, ya no eran historias, eran noticias.

Las peores de todas.

***

El vestido escarlata era el favorito de Sathi. Bagala lo sabía, ella lo sabía, hasta su madre lo sabía. Era un vestido, como poco, escandaloso. Ese escote bajaba tanto que muchos lo habrían considerado peligroso y la ceñida tela en su cintura describía su figura con más detalle del que probablemente era sensato. Por no hablar de la sutil transparencia de su falda. No era un vestido para cualquier ocasión. De hecho, era un vestido para una ocasión muy concreta.

Suspiró y colocó una sonrisa en sus labios antes de entrar en el pequeño salón que la esperaba al otro lado de las puertas.

De los dos presentes en el interior, fue Bagala la que la encontró primero, recibiéndola con una resplandeciente pero bien calculada sonrisa.

—Ghara, mi preciosa gema, justo a tiempo.

Le dedicó un amable gesto a Sathi como despedida, aunque el joven no lo vio, su mirada demasiado ocupada en ella. La mujer se cruzó con Ghara para salir de la sala y los dejó solos.

Solo cuando la puerta del salón quedó cerrada a su espalda se permitió reducir la sonrisa que empezaba a entumecer sus mejillas.

El joven que tenía delante, Sathi, su probable futura pareja, le dedicó una tímida sonrisa, como siempre hacía. El gesto consiguió desarmarla, aunque solo unos instantes. Hubo un tiempo en el que aquellas visitas rutinarias habían formado uno de sus momentos más esperados. Sathi y ella eran buenos amigos, al fin y al cabo, por eso mismo querían unirlos, pero no era solo amistad lo que Bagala esperaba de ellos y, desde que su cuerpo había dejado atrás la infancia, sus encuentros habían sido mucho más intencionados. Sathi no parecía tener ningún problema con el cambio. Solo por su forma de mirarla, Ghara sabía que, en realidad, lo quería.

—Hola —saludó ella, sin moverse de donde estaba.

Sathi la recorrió con la mirada en un rápido gesto, pretendiendo de alguna forma que ella no lo notara, y se acercó, dejando entre ellos una distancia demasiado estrecha.

—Estás preciosa con ese vestido —dijo él a modo de saludo.

Ghara asintió, tragándose la mueca asqueada.

—¿Qué quieres que hagamos hoy? —preguntó, cuando el silencio empezó a hacerse demasiado afilado para aguantarlo.

Él le dedicó una juguetona sonrisa. Una que, probablemente, Ghara debía corresponder. Así que lo intentó, pero el resultado quedó lejos de lo planeado. Sathi, por suerte, no le dio mayor importancia.

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⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

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