01: Tormenta

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Draken observó por los vidrios de la vitrina la torrencial lluvia que se había desatado. Cada cierto tiempo la calle era iluminada por un relámpago, y luego se escuchaba un poderoso trueno. Era una suerte que no estuviese fuera, en cambio había quedado atrapado junto a Inui en su local, el mismo que en el pasado pertenecía a Shinichiro y que él había decidido comprar para homenajearlo.

—No te preocupes, Mitsuya, todo está bien —hablo observando su teléfono sobre el mostrador con el altavoz encendido porque tenía en sus manos una pieza de motocicleta llena de aceite que necesitaba mantenimiento —. En el peor de los escenarios, solo tendríamos que pasar la noche aquí, y no creo que sea tan malo —aseguro.

En esos casos recordaba con agrado que tenía su pequeña oficina en la cual había un sofá que consideraba bastante cómodo como para dormir mientras esperaba que la lluvia aminorase. Pudo simplemente ir hacia la parte de atrás para descansar, pero un inusual alboroto fuera llamo su atención. Eran gritos femeninos, y los escuchaba demasiado cerca como para ignorarlo.

—Mitsuya, tengo algo que hacer —hablo mientras se limpiaba las manos con un pañuelo que tenía sobre el mostrador —, te llamo más tarde —prometió, y una vez obtuvo una afirmación de parte de su amigo colgó.

Consternado caminó hacia la puerta principal de su tienda, preguntándose quién en el mundo podría estar fuera con semejante tormenta desatada. Al abrir la puerta escucho los gritos con mayor claridad, alarmándolo. Solo una calle lejos había una mujer siendo acorralada contra la pared por un hombre, y este tiraba de su cabello hacia atrás con fuerza para mantener su rostro hacia arriba.

—¡Oe, suéltala! —grito corriendo en su dirección. El agresor se separo casi de inmediato en cuanto le miro, alejándose de prisa del lugar. Después de todo, Draken era un hombre alto y lo suficientemente intimidante como para que cualquiera quisiese tentar su suerte al enfrentarlo.

Sabía que podría alcanzarlo si así lo quisiese, pero no pensaba que valiese la pena darle atención. En cambio se dio la vuelta y observó a la mujer que había caído de rodillas al suelo en cuanto fue liberada. Parecía aturdida mientras lloraba audiblemente, con sus lágrimas confundiéndose con la lluvia en su rostro.

—¿Estás bien?

Draken sabía que la pregunta era un poco tonta dada la situación, pero necesitaba una forma de llamar su atención.

—Sí, gracias —asintió en un susurro.

—Mi tienda está allí —apunto dicho local con su dedo índice, y la mujer siguió con su mirada la dirección a la que apuntaba por inercia—. Pasa hasta que pare la lluvia —ofreció —. También puedo llamar un taxi si quieres.

Asintió con un movimiento de cabeza, levantándose torpemente del suelo. Draken avanzó hacia su local observándole por el rabillo del ojo atento. Una vez estuvieron dentro el cambio de temperatura fue evidente, así que el único problema que tenían era que ambos estaban destilando agua en el piso del negocio.

—Draken, por un momento pensé que te habías marchado —Inui salió de la parte de atrás de la tienda, supuso que seguramente había estado buscando piezas en el almacén—. Creo que el motor de esa nueva Harley que trajeron esta-...

Las palabras del rubio murieron lentamente en su boca, observando con sorpresa a la mujer. El mismo Draken a su lado pareció conmocionado. Al observarla con mayor atención se percató finalmente de los golpes en su rostro y las marcas en sus brazos, incluso había sangre fresca resbalando de su labio. Justo en ese momento se arrepentirá de su decisión. Debió seguir a ese bastardo y atraparlo para darle una lección.

—Me cambiaré y buscaré el botiquín —Draken se obligó a moverse—. Inupi, busca algo que pueda usar —le pidió a su amigo. No había pasado por alto la forma en la que temblaba.

Maemuki | DrakenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora