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—Bien Zhan, necesito que cierres los ojos y te concentres —la voz del psiquiatra se escuchó amablemente. El pelinegro cerró los ojos de manera lenta, siendo calmado por la mano del padre de su hijo, la cual acariciaba sus cabellos con delicadeza mientras su cabeza descansaba en sus largas piernas.

—Cierra los ojos, Zhan —la voz profunda de Yibo le hizo sentir confianza.

—Zhan, debes estar muy relajado, ¿De acuerdo? Respira lentamente, inhala profundamente y exhala despacio —su mente quedó en blanco, completamente vacía, sus manos sobre su vientre, ya no temblaban y sus párpados se cerraron por completo, dejando sus oídos libres ante cualquier sonido.

—Zhan... volveremos en el tiempo dentro de tu mente, y encontraremos la razón por la que perdiste la voz. Responderás a mis preguntas con tus manos, dirás sí o no a todo lo que te pregunte.

💠

—Comenzaremos por el principio... ¿Recuerdas cuándo eras niño?

Un pequeño niño pelinegro caminaba a hurtadillas por toda su casa, su sonrisa era la cosa más bella que todo el mundo habría visto antes y la mayoría de personas se lo decían.

Su vida era feliz, iba a la escuela, y jugaba con sus amigos, su madre era la mujer más amable que alguna vez pudo conocer, era pequeña, muy delgada y sobre todo, hermosa. Les gustaba comer juntos, cocinar, ella hacía dulces para él todo el tiempo, lo ayudaba con su tarea y lo mimaba siempre que podía. Sus abrazos eran los mejores cuando él se lastimaba, además de que ella siempre le cantaba (su voz también era hermosa) con una melodiosa tonada angelical.

Su padre, por otro lado, siempre había sido una persona muy estricta y aunque no era muy expresivo, sabía que él amaba a su madre más de lo que alguna vez amó a alguna persona, pero ella no era una persona común, estaba enferma, muy enferma. Una enfermedad degenerativa que contraería durante el parto, la cual se encargaría de desgastar su cuerpo y colapsar sus órganos hasta matarla lentamente, ella lo sabía, se había enterado mucho antes de dar a luz, pero tenía un corazón admirable, hecho de oro puro y por mucho que sufriera no permitiría que su hijo muriera antes de conocer la vida, ella lo había amado incluso antes de conocerlo. Lamentablemente ella no resistió esa potente batalla y luego de ocho años de lucha, murió.

El pequeño niño tenía ya nueve años, pero había una diferencia enorme en su mente, la persona con la que había compartido sus años de vida, ya no estaba junto a él y eso dolía, en lo más profundo de su corazón. Su padre se volvió aún más duro con su actitud y él solo podía soportarlo, sabía que él amaba a su madre con todo su ser, pero que ella tuviera una enfermedad no podía ser su culpa, el pelinegro también la extrañaba y la quería de vuelta, pero los golpes y palabras hirientes no le concederían ese deseo.

Su vida fue bastante común, hasta que ese día llegó, el día en el que se enteró de su fertilidad. Ese día su padre y él habían regresado a casa luego de la noticia, no habían dicho ninguna palabra hasta que la puerta de la casa se cerró detrás de la espalda de su progenitor, causándole una corriente eléctrica que le recorrería todo el cuerpo. Ese día desconoció a su propio padre, el hombre que lo golpeó hasta el cansancio, rompiéndole costillas, causándole contusiones, dejándolo inconsciente y aquel que le lanzó millones de maldiciones esperando que su corazón se destruyera dolorosamente, no podía ser el hombre que ayudó a su procreación, ese hombre frente a él no podía ser el hombre al que su madre amaba tanto.

Poco después de eso, todo fue diferente, las contusiones dejaron secuelas, logrando que se alejara de la civilización casi 3 años y lo que conocía como su vida, simplemente desapareció. Su padre se encargó de todo, de encontrar una nueva escuela, de alejarlo de sus amigos y del lugar donde creció.

Mudo◞♡° YiZhan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora