Aseo

413 24 0
                                    

No sabía cuánto tiempo había pasado pero tampoco es como que si importara saberlo, de todos modos no iba a ir a ningún lado.

Quiso sentarse pero su madre lo había dejado muy molido y no podía moverse para nada, su cuerpo le dolía demasiado, ni si quiera era capaz de de mantener sus dos ojos abiertos.

La puerta fue abierta y tembló inconcientemente al no saber quién entraba por esa puerta, estaba asustado ya no sabía que esperarse. Una silueta se poso frente a él y le moví con el pie logrando percibir a su otra madre.

Xx: Levántate

Xx: Mami no...

Xx: ¡Cállate, sabe que no tienes permitido llamarme mamá Yoongi y menos mami!

Yoongi como se llamaba el pequeño cerro los ojos tratando aguantar el dolor tanto físico como emocional, no le gustaba y le dolía en demacia la forma en que sus madres lo trataban, lo odiaban y por algo que no era su culpa.

Las cadenas fueron jaladas si cuidado alguno, porque sí, estaba encadenado a la pared para que no pudiera hacer nada al ser él un alfa y sus madres unas omegas.

Haciendo quedar a Yoongi parado que sino fuesen por esas cadenas ya se hubiera caído, mientras que su madre tomaba la manguera abriendo la llave dando paso a una helada agua que salía a una presión basta agresiva haciendo enrojecer a su cuerpo.

Yoongi sólo lloraba no podía hacer nada más que esperar a que su tortura acabara la cual no tardó en llegar a su fin, desapareciendo a su madre del frente con la manguera mientras el respiraba agitadamente.

Yoongi: N-no por favor

Dijo temblando al ver a su madre acercarse con algo entre sus manos que sabía muy bien lo que era y que detestaba tanto porque sabría que no podría descansar por un lagor rato.

Yoongi: Mamá por...

Xx: Para ti no soy tu madre sino la señora Park y esto es porque te lo mereces, te lo mereces por ser un maldito mal nacido alfa

Y dicho esto la señora se acercó hasta Yoongi, que al ser más alto que ella tuvo que pararse de pinturas para cocarle unas pinzas, sí, unas pinzas en los ojos para que no pudiera cerrarlos.

Era una tortura que usaba en él para que no pudiera dormir y estuviera totalmente debilitado por el cansancio extremo asegurando así el bienestar de ellas sin correr riesgo por tener a un alfa.

Una vez listo dio media vuelta y salió del cuarto cerrando con llave la puerta y poniendo un candado dejando atrás a un niño de apenas 10 años encadenado a la pared con las manos hacia arriba sin posibilidad de mover ninguna de sus extremidades siendo incapaz de poder descansar, tan si quiera de cerrar los ojos.

Mi Maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora