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𝓞𝓾𝓻 𝓵𝓸𝓿𝓮 𝔀𝓸𝓾𝓵𝓭 𝓫𝓮 𝓯𝓸𝓻𝓮𝓿𝓮𝓻

Lo que había hecho Manjiro era una travesura, que de ser descubierta, correría un gran riesgo.

Pero era un acto justificado el haberse escondido toda la tarde por los pasillos del hospital. Alguien con un apetito mortal como él, habría soportado ante la idea de volver a casa a degustar un platillo preparado por su cariñosa hermana, no era precisamente el adolescente que podía manejar sus emociones a la perfección, y aún así, se había mantenido firme a la idea de estar ahí.

De permanecer cerca de Baji.

Su solitario corazón iba vagando por los senderos e interminables pasillos blancos del hospital, el olor a desinfectante lo empezaba a frustrar, a veces distinguía un aroma a melocotón, al mismo tiempo veía las baldosas relucientes, al punto que su figura se expresaba como un mosaico sobre el suelo.

A esas horas las almas en pena iban asustando al personal médico, el silencio se volvía pesado, los escalofríos una constante, nadie estaba vislumbrando estrellas. Nunca había una hora de descanso pleno, siempre se estaba atento a las irregularidades, a las emergencias y demás.
Para Mikey era un paseo, un gran dilema mental y físico que últimamente le venía carcomiendo la estabilidad.

Había tenido su propia película mental de tantos momentos, en una secuencia seguida, cada recuerdo volvía a su presente, le ataba el corazón en cuerdas y el ventrílocuo, que vendría a ser quien sea que gobernara la realidad, lo iba usando de títere. Se sentía desencajado; perdido, absoluto en la miseria emocional.

Manjiro sabía que de haber muerto Keisuke, una gran parte de su ser se iría con él.

Sufría por ese chico, porque lo amaba. Su amor de infante se intensificó al punto que sobrellevaba el hambre, el insomnio, todo, con tal de estar cerca de el imbécil de su mejor amigo, ese loco muchacho que intentó matarse, afortunadamente fracasando en los intentos.

Fueron largas horas por parte de los médicos en salvarlo, bastante sangre que había perdido le fue donada de inmediato.

Baji no había despertado desde que salió de cirugía, seguía inerte en la cama, con el monitor marcando su registro cardíaco en líneas coloridas, mientras no fuese una línea horizontal todo estaría bien.
Por esa razón, el rubio estaba inquieto. Andaba ahí, pasando como un fantasma y burlando la horrible seguridad del hospital, o él era demasiado bueno escabullendose, o todos los demás muy despistados o saturados de otros asuntos como para atraparlo.

Nada le iba impedir visitar a su mejor amigo en plena madrugada. Por las mañanas no podía estar, Chifuyu Matsuno se le adelantaba, todo el tiempo estaba dentro de la habitación, llorando como magdalena, esperanzado en verlo despertar.

Mikey entró a la habitación, girando la perilla para toparse con el chico rebelde. Suspiró tras cerrar la puerta caminando hasta él con total calma.

—Ya despiértate.

Siguió de largo, tomando el pequeño banco para arrastrarlo hasta el borde de la camilla. Su vista estaba ofuscada debido a la tenue luz, las cortinas estaban corridas, dejando ver toda la ciudad iluminada por luces artificiales e intensas.

El visitante se acercó, inclinaba su cuerpo hasta caer sobre el regazo de Baji. Su cabeza quedó cómoda ahí, no hubo queja emitida.

Baji debería estar muerto.

—Si pudiste sobrevivir a dos puñaladas...deberías ser capaz de despertarte de una vez.—musitó.

Tenía coraje reprimido. Toda su corta vida llevaba acumulando la negatividad y callando sus problemas sentimentales. Pocos conocían lo que ocultaba, entre esos pocos, Baji.

𝑶𝒏𝒍𝒚 𝒀𝒐𝒖 [𝐵𝒶𝒿𝒾𝓀𝑒𝓎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora