Episodio III

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El destino no es cuestión de suerte. Es una cuestión de elección. No es una cosa que se espera, es una cosa que debe lograrse.

Obi-Wan se negaba a creer que era el padre de Luke. Y luego el pequeño mencionó a una niña, a Leia. Fuerza. Él era un Jedi. Y 16 años mayor que Anakin. Movió la cabeza para borrar ese absurdo pensamiento de su cabeza. ¿Enserio lo estaba considerando? No. Anakin era su padawan. Era su hermano, su compañero, su familia, su hogar... Levantó su brazo y lo colocó sobre sus ojos. No, Anakin sólo era su compañero. Otro Jedi más, uno especial por ser el Elegido, pero un Jedi más a fin de cuentas.

Luke murmuró algo entre sueños, se dio la vuelta y una vez más se abrazó a la cintura de Obi-Wan. Kenobi se mantuvo en su lugar; aún no se acostumbraba a las muestras de cariño del niño, pero no podía negar que comenzaba a disfrutarlas. Hace apenas unos años, su aprendiz hacía lo mismo cuando una terrible pesadilla atacaba sus sueños y aunque le dolió en el alma quitarle esa costumbre, él se convenció que era lo correcto. Pero ahora, con Luke - su niño de ojos de cielo -; Obi-Wan sabía que no sería capaz de negarle nada a su hijo.

Su hijo. No. Fuerza, no. Luke no podía ser su hijo. No. No. Sintió que el pequeño apretaba su agarre, como si pudiera escucharlo, como si se negara a dejarlo ir. El maestro Jedi cerró sus ojos, dispuesto a descansar un poco pues el sol pronto se levantaría sobre Coruscant dando comienzo a un nuevo día. Podía sentir su cansancio. Entonces, escuchando la suave respiración de Luke y aspirando su aroma natural, Obi-Wan Kenobi pudo conciliar el sueño.

Los ruidos provenientes del pasillo interrumpieron su descanso. Abrió un ojo y pudo ver que el niño aún yacía dormido en su brazo. Sonrió y con sumo cuidado dejó la cabeza del niño recostada en la almohada, pasó su blanca mano por la cabellera del pequeño, dejó un beso en su frente y lo arropó para después dirigirse al fresco. Finalizada su rutina diaria, llevó su sable de luz a su cinturón y salió al pasillo. Un agradable olor provenía de la cocina y sólo entonces se dio cuenta que su aprendiz intentaba cocinar; con éxito al parecer, ya que en la mesa yacían algunos panes haroun, unos cuantos canapés, leche azul y demás variedad da alimentos.

_ ¿A qué se debe el honor, padawan? _ Obi-Wan tomó asiento frente a la mesa y se sirvió leche azul en un vaso _ ¿Algo que festejar? _ Kenobi alzó una ceja.

Anakin, quién se encontraba de espaldas, se giró con una taza de té en sus manos, la colocó en la mesa y se quedó estático mirando a su maestro. ¿Porqué nunca antes se había dado cuenta de los preciosos orbes marinos?

_ No todos los días tenemos al hijo de mi maestro haciéndonos compañía _ logró decir Anakin una vez que pudo reaccionar y se dio cuenta que ya había mirado a Kenobi más de la cuenta.

_ Anakin...

_ Obi-Wan... _ Skywalker se acercó hacia el mayor y acunó el rostro ajeno entre sus manos _ No tienes porque avergonzarte. Formar apegos no es un pecado. Algunas veces necesitamos un ancla que nos mantenga en el lugar que nos corresponde.

_ Escucha, querido... _ Obi-Wan estaba sonrojado ante el toque que estaba recibiendo de su aprendiz _ Debe haber una explicación. Yo no puedo ser su padre.

_ ¿Porqué quieres negar lo innegable? Maestro, ese niño tiene tus ojos y estoy seguro, que esa hermosa sonrisa no es por mí...

Obi-Wan se alejó del toque de Anakin y lo miró con los ojos desorbitados. ¿Lo sabía? ¿Había escuchado algo? No, él había sido cuidadoso, sabía que Anakin era más inestable que él. De saber que Luke decía ser hijo de ambos ya estuviera gritando y queriendo explotar el Templo. Quizá sólo fue una simple expresión. ¿O no?

_ ... quiero decir, quizá y lo heredó de alguien de tu familia o de parte de su madre _ dijo tratando de corregir su error.

_ Tengo que averiguar que está pasando _ el cobrizo se puso de pie pero Anakin le dio un pequeño empujón para que volviera a su asiento _ ¡Anakin! _ reprendió Obi-Wan entre dientes.

Travesuras en el Templo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora