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El tiempo en el infierno dura tan poco, son como segundos, y es normal teniendo en cuenta que un día en el infierno son mil años en la tierra, además que la estancia de Jesús no sería tan larga, según las palabras de su padre, debía de esperar al tercer día, entonces no solo resucitaría, sino que incluso abriría el paso a los cielos a los demás humanos, allí es donde se cumplían las palabras de "Y vencerá a la muerte". 

Llegado el "Segundo día" humano, Jesús permanecía en la habitación que le fue otorgada, rezando. El primero día, Lucifer fue tan amable de darle tiempo y soledad, sabía que seguro no se encontraba nada cómodo, aún así debía admitir que no se veía como alguien malo, y, de hecho, que recuerde, no había nada malo que hiciera, ni siquiera recordaba la razón por la cual fue exiliado al infierno, solo sabía que pertenecía a aquel sitio, lúgubre y caótico. 

Había terminado de rezar y solo deseaba que el tiempo fuese aún más rápido, pero por otro lado, pensó lo contrario. ¿Ahora qué sería de el? Ya cumplió su destino, eso era todo lo que debía hacer, ya no había razón para su existencia, ¿Esa era la angustia que sentían normalmente los humanos al no saber que hacer con su vida? No podía ser posible, después de todo ya había muerto, no era un humano, se supone que su esencia era pura y divina. Decidió salir de allí para evitar pensar demasiado en eso, quería conversar con Luzbel, aquel antiguo ángel, quería saber qué hizo para ser desterrado cuando era tan fiel a su padre. 

Entre tantos caminos por pasillos, los cuales por cierto, estaban muy solitarios, finalmente lo pudo encontrar, caminaba con una increíble postura, se mantenía con la mirada fija más allá, su cabello rizado rubio y corto, una simple túnica blanca cubriendo su cuerpo, sus alas negras y un par de cuernos, quizás lo único que representa que era el diablo, las últimas dos cosas mencionadas.  

—Luzbel. — Llamó Jesús, el otro le estaba dando la espalda porque no había notado su presencia aún. 

—Ya nadie me ha llamado así. — Dijo Lucifer mientras se giraba a verle. —¿Qué es lo que sucede? Hijo de Dios. —

—Quiero hablar contigo. — No había necesidad de darle vueltas al asunto, fue directo. 

—¿Tu padre no te cuenta nada, o si? — Preguntó sin preocuparse por sonar algo grosero, no importaba, no es como si Dios pudiese ver en el infierno. 

—¿Y a ti si? — Atacó en respuesta, pero simplemente esperando una respuesta negativa, más no fue así. 

—Si. Lo sé todo. Por eso estoy aquí. 

—...¿Es porque lo delataste?

—No. Es porque era parte de su destino para mi, era parte de su gran plan. 

—¿Qué quieres decir?

—Nunca he cometido un solo pecado, siempre hice todo lo que se me ha exigido... Incluso gobernar el infierno, porque si no hay mal, no hay un bien, y es mejor que exista uno que conoces y puedes controlar. 

Jesús le miraba a los ojos, esos ojos que le recordaban al cielo y las estrellas, no parecía estar mintiendo, no dudaba y no parecía que era una trampa, ya no había razones para tentarlo, ya se cumplió todo, solo era... Una simple pieza en espera. 

—Nunca fuiste malo... — Dijo Jesús, era una sorpresa.

—Correcto, solo... Era algo que tenía que hacer, pero ahora soy el diablo, necesito cumplir este trabajo. Espero que esto logre satisfacer tu curiosidad. 

—Lamento mucho eso. 

Lucifer se quedó en silencio. En sus millones de años, desde los inicios, solo eran ordenes, no recibía agradecimientos porque era lo que DEBIA hacer, nada más, incluso cuando la idea de ser el diablo no le gustaba, acepto. Pero más que un agradecimiento, jamás espero que una disculpa lo hiciese sentir tan bien, tan... Libre de todo el peso. 

—Gracias. — Dijo Lucifer. Ojalá hubiese escuchado eso antes, pero ahora, no se sentía tan bien aún. —Lo siento, lamento no haber podido ayudarte, no quería que pasaras por todo ese dolor allá en el mundo. —

"Lo siento" Que bien se sentía escuchar esas palabras, incluso su padre no se las dijo, solo le dijo que era lo que debía suceder, nada más.  ¿Estaba mal sentirse tan feliz en el infierno, junto al diablo?

—Solo soy una pieza en su plan, ya sabes. — Dijo en respuesta Jesús.

—Entonces, somos un par de piezas. — Respondió Lucifer, sonriendo. Si, una sonrisa en ese maravilloso rostro le quedaba de maravilla.

—Por cierto... 

—¿Sí? 

—¿Era cierto lo que dijiste? Sobre... Que me hubieses dado todo. 

—Sí. Porque te mereces todo, y preferiría mil veces tenerte de mi lado para poder cuidarte de esos humanos. Moriste por culpa de ellos, y de ser posible, desearía que nunca tuvieses que volver a verles. No pude salvarte de ese calvario. 

—Yo... Tendré que volver con mi padre. Claro, luego de despedirme de mis amigos humanos. Mira, sé que los que me hicieron todo ese mal, son horribles, pero... No todos los humanos son malos, de verdad, conocí buena gente y... Mi madre, ella fue la mejor, seguro la hubieses amado. 

—Bien, te voy a creer. 

—¿Qué tal si seguimos hablando? Seguro me observaste, pero quiero seguir contándote de todos ellos, mi versión del mundo, también de la tuya. 

—Me parece perfecto. 

Y aquel día, el diablo y el hijo de Dios, simplemente pasaron conversando, conociéndose, dándose cuenta de cosas que no notaban, y... Sintiendo una conexión especial. 


3 días en el paraíso [LuciferxJesús]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora