Primavera

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La facultad de Arquitectura cerraba a las nueve en punto, un escritorio se iluminaba con la penúltima lámpara encendida, la última correspondía a la recepción de una cansada empleada que terminaba de ordenar la sección de Historia. El ruido de los tacones se aproximaba a su lugar de trabajo, lista para tomar su bolso personal y fingir que su lenguaje corporal era traducido por el inquilino en silencio.

Cuando A-Qing se preparó para retirarse, la pila de libros de Xiao Xingchen obstruyo su vista, unos ojos cansados frente a la libreta verde con cientos de anotaciones se desconectaron del mundo y dejó de escuchar los llamados de su amiga.

Las ideas corrían sin una dirección en concreto.

Escuchó carraspear a la bibliotecaria, miró de reojo la acción molesta, entendiendo todo.

—No podrás avanzar si te llenas de información —se atrevió hablar, pero el frustrado Xiao Xingchen no creía del todo sus palabras, estaba estancado.

—¿Es hora de irnos? —ignoró. A-Qing asintió con la cabeza, preguntándose si no podía leer la luna llena a las nueve.

Como era costumbre, ambos recorrieron el pasillo del segundo piso omitiendo por completo las estrellas ocultas por nubes negras y el frío viento resonando en las ramas de los árboles primaverales. Se olvidaron por segundos de las labores de la universidad con la plática nocturna hasta la parada del autobús.

Con el paso de los días, el cansancio de Xiao Xingchen era más notorio, el brillo de sus ojos se consumía tras el par de ojeras e ignoraba los pequeños regaños de A-Qing y Song Lan, su responsabilidad y disciplina era de temer.

Durante las últimas semanas, Xingchen había tenido la cabeza en cualquier lugar excepto el presente. Había estado presionado con el examen a presentar a fin del semestre para adquirir una de las becas más deseadas en la Universidad de Oxford y ofrecerle la mejor entrada laboral en el continente europeo, un sueño de niño. Todo eso bajo una serie de condiciones, entre ellas, presentar un examen en la primera etapa y en la segunda, que su proyecto arquitectónico fuera el ganador,

Desde la infancia, su curiosidad se centró en los colores, las formas y diseños. Tenía un recuerdo con su madre al armar las casas de la villa navideña antes de la cena familiar y esa calidez la plasmaba en cada uno de sus diseños y propuestas. Cada uno de ellos admirados por quienes desconocían del tema, y envidiados por otros que se suponía lo hacían.

—¡Nos vemos! —se despidió A-Qing. Respondió el adiós y la vio irse en el autobús.

Xingchen tomó asiento en el frío metal, justo a un lado de una luminosa publicidad resguardándose de la tormenta avecinándose. Aquello no era problema, el autobús que lo llevaría al edificio de su cuarto de renta pasaría a las nueve con veinte, quedaban cinco minutos de espera. Se frotó los brazos con los libros sobre su regazo, siendo un inútil intento por reemplazar el suéter olvidado en su cama, y siquiera le había pasado por la cabeza traer algún paraguas.

Cuatro minutos, la espera no tenía que ser prolongada, de no ser porque cerró sus ojos un instante que se convirtió en una hora.

Palideció. Nunca en su vida se había maldecido tanto.

Había perdido el último autobús. En su cartera traía el dinero justo para el pasaje y la idea de tomar un taxi era desechada por el estudiante. Xiao Xingchen miró por segunda vez el celular marcando la hora en que debía estar tomando una ducha. Una gota cayó sobre la pantalla, continuaron hasta que la avenida se inundó de ellas empapándose por completo. Los peatones de la calle transitada corrían a los locales o paradas más cercanas, otros tenían más suerte que él y abrían el paraguas preocupándose sólo de mojarse el calzado.

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