Este desierto pareciera nunca terminar. No sé cuántas horas llevo caminando. Arrastrando mis pesados pies en esta densa y tediosa arena. Tortuosa arena. Pero ya los ánimos se están extinguiendo. Corrí tanto para escapar. Tanto, tanto. Dejé a mis compañeros atrás en esta mortífera batalla. De esta guerra que parece nunca acabar. Nunca pensé que terminaría mis últimas horas de vida en un lugar muy distinto a mi pueblo natal, con sus capas de nieve cubriendo nuestro hogar, viento que congela nuestra alma y el blanco eterno que se extiende hasta donde la vista no llega a distinguir. Ahora todo esto cambió y sólo hay arena. Ilusiones desgarradoras y un sol que está destruyendo mi mente. Mi temple. Mi cuerpo.
No sé cuantas horas, días, semanas, meses o años han pasado desde que inició todo. Quizás hasta milenios. Nuestro mundo ha cambiado mucho. No sé cual fue el motivo. Yo sólo cumplí con mi deber: vamos a la guerra con estos arenosos. Nuestra Princesa nos convocó a todos, a toda la nación. Estábamos siento asesinados. Nos secuestraban. Nos envidiaban. Querían nuestro territorio.
No más.
Con esas palabras partió este conflicto. No somos un país bélico, pero queríamos proteger lo que era nuestro. Nuestra fría tranquilidad. No sé como tomamos tanto vuelo. Ganamos y mucho. Nuestra Princesa quería más. Aplastar a aquella raza sofocante. Invadir con nuestra nieve todo el territorio extranjero: una nueva era glacial. Yo no lo entiendo. Les hacía caso a mis superiores. Pero estaba contento. Estábamos dándolo todo por nuestra patria, por Nuestra Princesa.
Costó mucho tiempo, muchos llantos y muchas vidas llegar hasta donde estoy ahora. El último fuerte de nuestro enemigo, su gran morada, su gran desierto. Nos confiamos. Estábamos arrasando con nuestra frialdad tan altanera, que estuvimos ciegos ante los rayos penetrantes de la gran estrella ardiente y nos masacraron. Caíamos derretidos, tanto que ni siquiera los cuerpos de mis camaradas resistían la arena y desaparecían de la vista de todos nosotros. Uno tras otro, caíamos y corríamos.
No había donde escapar. Sólo un mar infinito de arena y agonía.
Y acá me encuentro. Apoyado ante un tronco de un árbol que lleva quien sabe cuanto tiempo muerto. Hogar de aves carroñeras que sólo esperan lo inevitable. Me siento. Busco un poco de agua en mi equipo, pero ya es por inercia. Hace horas que no tengo nada para beber. Mis ojos empiezan a ceder. Perdónenme, no pude seguir. Intento estar consciente, pero es tan poco improbable como ver caer nieve en este lugar. Le hemos fallado a Nuestra Princesa. Nuestro pueblo está en peligro y no puedo advertirles.
Tuve una buena vida. Haré mi último esfuerzo para mirar el lugar de mi muerte. El lugar donde me alojaré eternamente.
Ese era mi pensamiento hasta que divisé el cielo. Poderoso, brillante y... algo cae en mi rostro. Algo que me recuerda mi nacimiento, mi niñez, mi madurez. Sigue cayendo y lo que veo no es posible. Es ilógico. Es nieve. Es nieve en este sol magnánimo y en esta arena seca y deshidratada. Empieza a caer por montones, mientras unas nubes hogareñas empiezan a emerger desde el lugar de donde provenimos. Empiezo a revivir. Mi rostro acepta aquellas copas de nieve como un nuevo amanecer en mi historia. Una nueva oportunidad. Y la acepto con toda gratitud.
Se escucha la tierra temblar. Fuerte. Hay presencia de una marcha inenarrable y helada directamente donde estoy y no planea detenerse. Me levanto de un sobresalto y sólo empiezo a llorar: Nuestra Princesa está caminando hacía mí. Y detrás todo mi pueblo. Un ejército que jamás conocí. Un poder que sólo al verlo me excita y me atemoriza. Una masa de hielo irrompible e impenetrable. Nuestra Princesa está a sólo unos metros y sólo tiendo a inclinarme para recibirla. ¿Me castigará por huir? ¿Este será mi final?
- Mi soldado. No tienes de que preocuparte. Acá está Tu Princesa y tu pueblo. Ponte de pie y acompáñame. Esta guerra no ha terminado. Y tu estarás acá conmigo hasta la victoria.
Mi Princesa.
No tiene por qué decírmelo.
Acá, debajo de esta ventisca desértica, la seguiré hasta el mismísimo infierno.
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Cuentos
KurzgeschichtenCuentos que estaré subiendo. ¿Sobre qué? De lo que se me ocurra.