🦋Prólogo🦋

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-¡Mierda, mierda! -observé a mi alrededor- ¡Me cago en la leche! -grité, aún más fuerte que antes.

Para mí completa desgracia, acababa de tirar una fila de motos, estaba tan distraído pensando en mis cosas, que me choqué fuertemente con una moto que acabo tirando las demás motos. ¿Qué iba a hacer ahora? Pues, las motos debían de ser de los
motoristas que, seguramente se encontraban en el bar frente a mí.

Por un momento me quedé observando las motos que tiré, mis rodillas temblaban como si yo fuera una gallina, un cobarde, pues lo era, según las personas yo solo era un chico guapo, solo eso. Nos sé si temblaban por el frío o por la sensación de miedo que comencé a sentir. Hasta que pasó:

-¡Maldito altucho! -gritó fuertemente uno de los motoristas que acababa de salir del bar. Y luego lo siguieron un grupo de más motoristas.

-¿Cómo te atreves a tirar nuestras motos y luego plantarte como un cobarde en el suelo? -rió uno de ellos, ante el supuesto chiste de su amigo, que por cierto, llevaba una cazadora motera de mal aspecto.

-L...lo...siento -conseguí tartamudear, pero pareció como si ninguno de ellos me hubiera escuchado.

-¡Vas a morir, idiota! -gritó maleducadamente un motorista rubio, pero me pareció más una advertencia o un adelanto de lo que me iba a pasar.

Los motoristas se comenzaron a acercar a mí, y en un abrir y cerrar de ojos me tenían rodeado, dos de ellos cogieron sus motos y empezaron a dar vueltas alrededor de mí, riendo, como si yo fuera su presa. La situación era muy tensante. Las caras de los motoristas daban miedo, eran maduras y fuertes, con mandíbulas marcadas y tensas, sin olvidar sus fuertes y musculosos brazos.

-¡Al que le salga rey, lo mata! -rió divertido y luego sonrió uno de los motoristas, que parecía ser el menos maduro, pero eso no le quitaba el aire de intimidad que tenía.

-¡Akihiro, cierra la puta boca! -le pegó en la nuca el motorista rubio, que al parecer se mantenía relajado y con un aire de madurez y poder.

-¡Venga Daiki, diviértete por una vez! -hablaban alto, para que los demás también pidieran escuchar. Eran tantos que no sabía que hacer, que decir, como respirar. Eso era yo... Un simple cobarde. Daiki y Akihiro parecían discutir algo, y después Akihiro se me acercó, y me habló con una nota de enojo en su voz: -¿Te gusta que me peleé con Daiki, eh? -su sonrisa había desaparecido y se formó una expresión que mataría a cualquiera con solo su tétrica mirada.

Lo siguiente que supe fue la mano de Akihiro formarse en un puño, que aterrizó fuertemente en mi cara, me dolió, mucho, muchísimo. Sentí que mi cara estaba sangrando. Akihiro no paraba de darme puñetazos en la cara, que cada vez de dolían más, pues eran más intensos, con más fuerza.

-¡MUERE, MUERE, MUERE! -gritó con tanta fuerza que pensé que sus cuerdas vocales se romperían. Los puñetazos no paraban de llegar a mi cara, te tocarla, te quemarla de tanto dolor. Quizás sí, hoy me tocaba sufrir la medicina que siempre solo vi y escuché:

muerte

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