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David Gordon, londinense, amante de su té con galletas jaffa cakes, un delicioso aperitivo que tenía desde niño, cuando su abuela las compraba para él cuando venía a visitarlo desde los pastos escoceses.

Mismas galletas rellenas de una gelatina con sabor a naranja con las cuales casi se ahogó cuando vio a Jack Conway, un agente americano enviado de intercambio a su ciudad, entrar por comisaría.

Este traía a un hombre esposado, gritándole lo subnormal que era, con su camiseta entre abierta, los botones habían salido disparados. Parecía que habían estado forcejeando, pues el individuo no se quedaba atrás, con su rostro completamente magullado.

- Conway, ¿qué ha pasado? ¿Se encuentra bien? – Dijo dejando su té con leche y canela a un lado. Le gustaban las cosas dulces, era su pecado desde la infancia.

- Nada, este subnormal que no se la ocurrido una cosa mejor que agredir a un funcionario público. Ahora mismo vuelvo. – El hombre de pelo castaño cenizo vio como este desaparecía, llevando al implicado a los calabozos, directo. No dudó en seguirlo, con su té en la mano, viendo como este "sin querer se tropezó" y se golpeó contra los barrotes. Gordon dio un sorbito a su té viendo la fornida espalda del americano.

- ¿Está bien, Conway? – Volvió a preguntar, saliendo a su lado. - ¿Necesita ropa nueva? Hace bastante frío para ir así...

- Gordon, no necesito una niñera. – Le dijo de mala gana. Sin embargo, este no lo escuchó, tendiéndole la chaqueta que había llevado esa mañana, pues hacían 2ºC cuando llegó a comisaría.

Jack miró la prenda, que hasta hacía poco este había llevado. Con el bordado de Gordon en blanco, la chaqueta de la policía londinense. – Ni de broma me pongo algo británico.

- No sea tonto, Conway. – Le dijo ayudándole a ponerse la chaqueta, aunque esta le venía un poco justa, dado que Gordon no tenía tanta musculatura como él.

El americano se sentía ridículo con esa prenda que a su espalda ponía police. Sin embargo, calló viendo como este le sonreía, sorprendiéndolo en cierta parte, considerando que no lo había tratado de lo mejor. Suavizó su expresión. – Gracias. – Susurró bajo ensanchando a un más la sonrisa del británico.

- ¿Le apetece un té? – Fue su siguiente pregunta, Jack mordió su lengua, a punto de insultar algo que sabía que a ese hombre le gustaba, pues siempre lo veía tomando una taza humeante de té negro, con leche y dos terrones de azúcar.

- No. – Dijo con simpleza, yendo a retirarse. – Vuelvo a servicio, iré en Mery.

- De acuerdo, Conway. Buen servicio. – Dijo sin más, sin importarle que ese hombre llevara su prenda a patrullar y que seguramente. Otro sorbito a su té, pero este estaba frío, iba ha hacerse otro té cuando un aviso por radio les comunicó que había un robo en tienda y como ese hombre de pelo cenizo se autoasignaba al atraco.

Sin dudar a duda fue en su coche, sin dupla.

Jack se encargaría de negociar, era un experto en ello. Gordon se sentía agradecido de tenerlo y como ponía a raya a esos maleantes.

- Bien, te doy dos segundos para salir por patas, nena. – Escuchó que decía, con la radio abierta para que todo el mundo lo escuchara.

- Para nena tú llevando la chaquetilla del comisario Gordon. Con ese acentillo americano, ¿qué te gustan mayores, comisario? – Se río, seguido por su acompañante. – Os vamos ha hacer comer polvo, niñitas. – Los retó directamente.

Comentario que hizo a Gordon fruncir su ceño, pero notó como Jack quería abrir fuego sin ningún miramiento. Era un hombre temperamental, lo sabía, llevaban conociéndose varios meses. Le tocó el hombro para que bajara la pistola. – Está bien, dos segundos. – Habló con calma, olvidando que el estadounidense casi lo golpea por tocarlo en un momento tan tenso para él.

RegresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora