𝒰𝒩𝐼𝒞𝒪

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Jungkook POV:

–Nuestras madres nos han dicho que es peligroso.– Les recordé nuevamente a mis amigos Taehyung y Jimin que se adentraban en el bosque que limitaba nuestras casas.

Mi nombre era Jeon Jungkook, y lo que predominaba en mí me hubiera gustado decir que era la prudencia pero sería una mentira irónica. No, en mí solo cabía una adrenalina adolescente y un sentimiento frustrado de libertad que buscaba su néctar a costa de desobedecer los avisos de nuestros padres. Pero yo no era menos que mis dos amigos, aquí, frente a mí mientras se adentraban poco a poco en la maleza en plena tarde de otoño. Con sus manos apartaban las ramas que les impedían el paso o la visión de su ruta y sus ropas bailaban al leve viento que nos acompañaba. Miré a mi alrededor en la soledad que me proporcionaron y prefería seguirlos a ellos ya que la soledad fuera del bosque era casi más aterradora que la compañía entre los árboles, a pesar, de todo. ¡Vaya ilusión me creé! ¡Vaya mentira tan ciega!

Hace dos años comenzó los asesinatos en nuestra ciudad. La voz de las terribles noticias flotaba en el aire y mis padres al principio fueron escépticos, alegando a las bestias del bosque aquellas infortunadas muertes. Encontrados varios hombres más tarde se pudo estudiar más rigurosamente aquellas muertes y sin lugar a dudas, había sido un hombre, el culpable de aquellos asesinados. Al principio se presupuso que, dado que los cadáveres se encuentra en los bosques que rodean la ciudad, los lobos están devorado y matado a aquellas personas. Pero tras varias autopsias a los cadáveres se estudió la posibilidad de asesinatos por otros hombres, dadas las marcas de cortes con un filo de metal y el hecho de que no se había devorado a la víctima. Solo una cruel matanza y un ensañamiento con el cadáver.

A los meses, los asesinatos se tornaron no solo muertes sino también violaciones pre o post mortem. Dado el poco avance en medicina no se pudo averiguar a quien pertenecía el semen goteante de los cadáveres pero algo quedó claro. Un hombre enloquecido andaba suelto y su lugar favorito era el bosque. Lugar donde nosotros jugábamos con frecuencia. Y es por ello que nuestros padres, los de Kim, los de Jimin y los míos, nos advirtieron a los tres. Ambos vivíamos en tres casas contiguas y éramos amigos desde siempre y entonces, con mis diecinueve años, seguía siendo un niño siempre que estaba con estos dos.

–¡Vamos Caperucita Roja! –Me decía Kim con una sádica sonrisa apodándome como a ellos tanto les gustaba desde que mi madre me compró ese abrigo rojo que siempre llevaba. Era el único que tenía y el que mejor y más cómodo se me antojaba para caminar por el bosque.

–¡No me llames así! ¡Respeta a tu hyung! –Le grité y él salió corriendo de mi vista. Yo era el mediano de nosotros dos. Jimin era el mayor y Taehyung el pequeño pero de niño ya no tenía nada. Era más alto que yo, más fuerte. Más valiente incluso y se burlaba de mi constantemente. Dado su descarado comportamiento se subió a una roca en una colina, cubrió sus labios con sus manos con forma abocinada y aulló al cielo tan fuerte y tan real que me puso los pelos de punta. Jimin solo reía de su gesto, yo no pode por menos que ignorarle y cuando vio de mi comportamiento pasivo, saltó de la roca y quedó a mi lado para pasar su brazo por mi hombro.

–Si te quedas atrás, "El lobo" vendrá a por ti. –Le puse una mala cara y me deshice de su brazo a mi alrededor para hacer ver cómo me molestaban sus bromas. El lobo, como todo el pueblo lo llamaba, no era más que el inocente apodo que le puesto al supuesto asesino.

–Deja a Jungkook en paz. –Dijo Jimin frente a nosotros y ambos dos le seguimos a las profundidades del bosque. Tras el sonido de los pájaros y las hojas rotas bajo nuestros zapatos se escuchaba aun el sonido del aullido de Kim a lo lejos. El eco de su tenebroso grito permanecía enquistado en mi mente. Sus fact palabras. Su mirada.

Pasada una hora llegamos a un claro donde nos gustaba explayar nuestra imaginación y sucumbimos a ella para jugar a escondernos lo antes posible. Las normas son ya claras y es que no podemos alejarnos demasiado del árbol donde contamos, marcado con varias señales hechas por nosotros en la corteza, no podemos trepar a los arboles más que por ser trampa, porque es peligroso, y tampoco agredirnos para ganar. No hay nada más que haya en contra y como siempre, soy yo quien cuenta primero.

Caperucita Roja | TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora