Carta a un Monstruo

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23/Septiembre/2005

Para el idiota más grande que he conocido:

¿Te estás pudriendo en el infierno? Espero que la respuesta sea un sí, no sabes cuanta satisfacción me generaría tal hecho.

Hoy por primera vez desde tu muerte he decidido escribirte una carta, debido a que mi psiquiatra cree que es el mejor proceso a seguir para lograr que al menos tenga una pizca de estabilidad emocional. Es un tonto si piensa que con escribir unas cuantas palabras voy a liberarme, pero entiendo que es con el propósito de ayudarme, así que lo haré.

Realmente no tengo mucho que informarte. He estado ocupado manejando el país, manteniendo relaciones internacionales, procurando que sigamos siendo una potencia mundial, etc. ¿Mi vida personal? He tenido algunas parejas, tengo algunos amigos, aunque más que nada estoy procurando no hacer enemigos; eso no le conviene a la nación.

También he estado cuestionando tu actuar, sinceramente jamás lo entendí. ¿Por qué?, ¿por qué hiciste todo eso?, ¿por qué generar tanto sufrimiento innecesario?, ¿por qué dejarme cicatrices tan profundas que no importa cuanto tiempo pase siempre las tendré? No te comprendo, jamás lo hice, ni siquiera cuando me hablabas acerca de los beneficios que esta batalla perdida nos traería. Es cierto que en ese entonces apenas era un niño, pero ahora que soy un adulto sigo sin asimilar tu lógica.

Desearía que Ale estuviera aquí, tal vez ella lograría explicarme tu razonamiento, parecía ser la única que podía entenderte. Por cierto, olvide mencionarlo, Ale falleció tras la "Caída del muro de Berlín". Tiene sentido, era muy enfermiza, su cuerpo tan delicado como la porcelana no pudo soportarlo más y me dejó solo. No la culpo, este mundo es demasiado cruel como para que ella pudiera vivir tranquilamente con el corazón tan frágil que Dios le dio, tarde o temprano su muerte sucedería y con ella me dejaría un gran vacío en mi corazón. Las memorias que compartimos, las misivas que Ale alguna vez me envió, las atesoraré hasta el día en el que deje salir mi último aliento.

Por más malévolo que suene, lo único que agradeceré de su fallecimiento será el hecho de que jamás tuve que pelear contra ella por el puesto que dejaste, aquel que exclusivamente se nos fue permitido tomar cuando nuestra inocencia ya había escapado de nuestros ojos, no creo poder soportar el pelear con Ale.

Yo, un niño criado por un capitalista, me aferré a ese pedestal y hasta este momento no pienso soltarlo. Supongo que no soy tan diferente a ti, ambos estamos hambrientos de poder.

Voy a admitirlo, no soy mejor que tú, después de todo también he cometido errores sumamente irracionales y horripilantes para la población. Sin embargo, al menos no soy peor que la escoria que eras tú, alguien tan imbécil que generó una marca tan grande e imborrable, construiste uno de los mayores tabúes en esta nación, ¡felicidades!

Causaste que sea al primero que volteen a ver, siempre que el caos en el mundo se desate; que siempre que el infierno deje salir a sus demonios, yo sea quien los introdujo a nuestro mundo; que donde haya conflicto será porque yo he metido mi mano para provocarlo. ¡Has causado que nuestro país se vea como una maquinaria de la cual solo salen las peores pesadillas, te odio y nunca lo dejaré de hacer!

Destruiste a mi familia y nos hiciste pasar por miles de problemas solo para satisfacer tu estúpido ego y tu narcisismo de mierda. ¿Por qué querías hijos?, ¿para seguir tu legado o para que fueran tus malditos perros? No me sorprende que en tu lecho muerte, no hayas pensado en nosotros, después de todo únicamente debo esperar lo más inhumano de ti. Tan centrado en sí mismo que ni siquiera en sus últimos segundos de vida, se dio la maldita oportunidad de reflexionar sobre su familia.

Ni un testamento, algo sumamente fácil, dejaste. Terminamos a nuestra suerte, cayendo en manos desconocidas que buscaban aprovecharse de nosotros, dejaste que nos separaran y que jugaran con nosotros como simples títeres sin vida. Antes de jalar el gatillo, de la estúpida pistola con la que te suicidaste, pudiste dejar al menos una nota. Oh cierto, si dejaste algo...

Tus malditos problemas, los cuales me heredaste.

Tuve que trabajar muy duro para encontrar la manera de satisfacer a todos a los que una vez dañaste, mientras que a su vez velaba por la salud de mi hermana. Tuve que ser un hombre cuando apenas entraba a mi estúpida pubertad. ¡No me pude dar la oportunidad de vivir por tus errores, ni siquiera ahora puedo!

Te odio, te odio, te odio, te odio y te maldigo.

¡Te maldigo!, ¿escuchaste? Cuando nos encontremos en el infierno, rodeados de las llamas de la ira y de seres tan crueles que buscan consumir nuestra carne sin dudar, me aseguraré que no solo recibas el castigo divino que seguramente se tatuó en tu carne sucia y podrida. ¡No!, me aseguraré de que veas con tus propios ojos como tu hijo; el que alguna vez fue tu perro, tu heredero; te produce el sufrimiento más inhumanamente posible. ¡Mancharé las paredes con tu sangre!, ¡tus huesos no serán más que basura, la cual les daré de comer a los demonios!, ¡haré que desees morir de nuevo!, ¿pero qué crees?, jamás podrás escapar de mí.

¡Jamás!

Una disculpa, creo que me excedí un poco, aunque no puedo evitarlo. Nunca podré contenerme, ya que te detesto.

Detesto tu cara, tus ojos, tu voz, los malditos recuerdos que me dejaste y los cuales no se borran de mi memoria. Detesto el cómo siempre traías mujeres a casa y sin tener la mínima consciencia de que estábamos ahí, a un lado de tu habitación, abusabas de cada una de ellas hasta hacerlas llorar. Detesto el cómo siempre fumabas y escupías el tabaco en nosotros. Detesto todo lo que tenga que ver contigo y con tu estúpida persona... Espera un segundo, tú jamás fuiste una persona, siempre fuiste un monstruo, uno que succiono la felicidad de todos para convertirla en una maldita tragedia.

¡Tragedia!

Una tragedia la cual resonará en mi cabeza sin parar, al igual que una caja musical sin botón de apagado. Una que me mantendrá despierto hasta altas horas de la noche por el miedo de soñar con ella. Una a la que siempre temeré repetir.

Mi vida tiene un final trágico. Un final que tú me diste sin preguntar, con solo el hecho de traerme al mundo.

Te odio, pero lo que más odio es compartir sangre contigo...

Padre.

Alemania




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Este es el final.

Espero que hayan disfrutado de la obra.

Hace mucho que no escribía algo como esto, ya que últimamente me he dedicado más a los temas de amor. No estoy diciendo que no me guste escribir tales historias, sin embargo, necesitaba un descanso del romance.

Dejen sus hermosas estrellitas y comentarios.

Nos leemos en otra historia.

Alex37

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