Prólogo

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Ciudad de México, lugar para empezar una nueva vida sin problemas, o eso creí hasta que conocí a Noah, un chico alto de piel blanca con cabello negro y ojos marrones, en esa preparatoria dónde todo fue muy cliché pero fue bonito... Mientras duró.

A veces pienso el porque dejamos Querétaro, o porque tenían que inscribirme en esa preparatoria, el porque lo tuve que conocer, porque tome las decisiones que tome, porque sentí tantas cosas y a la vez nada. Pero las cosas siempre pasan por algo, ya sean buenas o malas.

Entendí que la mayoría de cosas que me pasaron fueron para darme lecciones de vida, pero como toda una buena adolecente, no las tomé, ahora me arrepiento de no haber hecho lo contrario, también quisiera haber tomado las señales que se me presentaban y poder evitarme estar así, pero es demasiado tarde. Con los ojos cerrados, ahora escuchó solo el sonido de mis latidos a través de la máquina, a la vez el leve sonido del respirador y a mi padre en una orilla de el cuarto hablando con el médico. Muchas cosas pueden pasar en un solo año o menos, tanto que se puede sentir, pensar, hablar y actuar. Tantas personas que pueden llegar o irse.
Me arrepiento de muchas cosas, sí, pero no de haber elegido a las personas que ahora están y estuvieron conmigo en los momentos difíciles.

Con razón dicen vive cada día como si fuera el último, ahora que quiero ya no puedo, juro que si pudiera recuperarme arreglaría tantas cosas, haría tantas cosas y viviría lo mejor que pudiera.

Otro problema, otra tragedia, pero esta vez fue para dos, y solo uno de ellos se salvaría. Esta vez, haré las cosas bien sin arrepentirme de nada... Porque lo quiero.

—Te quiero Marian.
—Te quiero Noah.

Cautivo, mismos sentimientos, almas distintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora