Capitulo 5

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El paraguas

Noah

Entre al salón, ví que Marian era la única en el, estaba escribiendo algo en su libreta, seguramente las garzas habían ido a comprar de comer o algo, me acerque y me senté en una butaca frente a ella.

–Buenos días, le pido una cordial disculpa, no me presenté como se debe. Soy Noah Soria, dieciséis años, Capricornio, 1.75 de estatura y llevo un año en esta escuela.

–Bien mi gentil caballero, yo soy Marian Ibarra, dieciséis años, Cáncer, 1.73 de estatura y recién acabo de llegar a la ciudad y a esta escuela.

Respondió levantando su cabeza de la libreta a mi dirección para poder verme.

–¿Ese milagro que llegaste temprano?– inquirí.

–Calmado que solo fue un día que llegue tarde. Ya verás que llegaré temprano seguido.

–Pues ojalá y lo cumplas, si no de lo contrario mi mochila ocupará tu lugar.

–Pues ve haciendo una cama a tu mochila en el suelo.

Reí.

Marian era castaña clara de piel blanca y ojos verdes grisáceos. A simple vista podía parecer una princesa de Disney, en mi opinión era la chica más bonita de el salón.

–Cuénteme señorita. Que le gusta hacer en sus tiempos libres?

–Pues... Escuchar música, dibujar, y... Leer.

–¿Te gusta leer?

–Ajam.

–¿Alguna razón en especial?

–La mayoría usa su celular para escapar de la realidad, yo uso libros para escapar de la mía, porque vivo más que una vida.

–Poético.

–¿Verdad que sí?

–¿Qué tipo de géneros lees?

–Romance adolescente.

–Cliché.

–Bueno, serán clichés pero yo quisiera que alguien me quisiera como el chico a la chica.

–¿Un príncipe azul?

–No, no, no. Tampoco en un cuento de princesas y eso.

Quedamos en silencio hasta que mi curiosidad me ganó.

–Dijiste que Querétaro no te gustaba. ¿Podría saber por qué?

–Problemas yyy... Y no quiero hablar de eso.

–¿Qué? ¿No confías en mí?

–Llevo un día de conocerte, tampoco es que le voy a contar mis cosas a alguien que apenas y se su nombre.

–¡Auch! ¿Y como las garzas si saben?

–Porque a las garzas las conozco desde hace un mes, y las veía casi todos los días.

–Cierto. Olvide que vives dónde ellas.

–Por cierto. ¿Tú dónde vives?

–No voy a contarle mis cosas a alguien que apenas y se su nombre.

Me cruce de brazos y alcé una ceja con gesto de ironía.

–Ah.

–¡Llegamoooooos!– la voz de la garza Regina se presentó en el salón.

–¿Se regresaron hasta su casa o que?– cuestiono Marian.

–No habían abierto las cooperativas.

–¿Qué me trajeron?

Enseguida Sofía le extendió una bolsa de dulces.

–¿El jirafa no te molesto o hizo algo?– Pregunto Ada.

–Oye, tampoco es que sea mala influencia.– Reclamé.

–Pues con que no se convierta en una Noah 2.0.– bromeó Sofía.

Me lleve una mano al corazón haciendome el ofendido.

En pocos segundos empezaron a llegar los demás compañeros del salón y al timbre llegó la maestra comenzando su clase de español.

***

Marian

Tarde lluviosa.

Las clases habían concluido, todos los alumnos llevaban en la cabeza un suéter protegiéndose de la lluvia, excepto yo porque mi suéter era delgado y me mojaría hasta los dientes más de lo que ya estaba.

Mis amigas habían ido a la dirección para justificar las faltas que tendrían el día siguiente porque irían a participar en una competencia de básquet.

Me fui a la entrada de la escuela porque pensé que ahí atajaría mejor el agua. Me equivoqué. Estaba ya muriéndome del frío hasta que alguien capturo mi atención.

–Parece que fui el único que reviso el clima antes de venir.– anuncio Noah haciendo que me volteara a verlo. Iba abrigado y con un paraguas azul en la mano.

–En estos momentos siento envidia por tí.

Se acercó haciendo que su paraguas tapara a los dos.

–¿Me pasas tu número?– pregunto.

–No suelo contestar mucho los mensajes.

–No importa.

Le pase mi número de celular, quedó que esa misma tarde me mandaría mensaje.

–Ya vienen por mi.– Anunció –Ten.

Con esta última palabra extendió su paraguas en mi dirección para que lo tomará.

–Llevatelo, puedo aguantar el agua.– respondí.

–No creo. A la distancia se te nota que estás temblando mucho y estás más empapada que qué. Tómalo, mañana me lo regresas.

Nos quedamos a una distancia considerable. Nos estuvimos viendo a los ojos mientras que se oyó un trueno.

Nos quedamos viendo más tiempo, él me empezó a ver con más intensidad, en sus ojos cafés se podía ver claramente como se dilataban poco a poco, y con esto se escuchó otro trueno de fondo.

Nos seguimos mirando hasta que acepte el paraguas.

–Nos vemos mañana Mari.– Lo dijo con un tono de voz suave, yo solo pude asentir con la cabeza.

Con esto último, se dió media vuelta y desapareció de mi campo de vista.

No sé si han escuchado que en Francia hay un mito dónde dice que cuando dos personas se estén mirando fijamente y de repente se escucha un trueno, es porque uno de los dos se ah enamorado.

Dicho y hecho, esa misma tarde Noah me envió mensaje.

Cautivo, mismos sentimientos, almas distintasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora