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Narrador Omnisciente
Un día perfecto para Jack, soleado, pero no tanto para quemar tu piel y lo suficiente para crear calidez en tu interior. Un día tranquilo en el que el se puede pasear por el lindo parque que acababa de encontrar.
Un buen sábado en el que Jack admiraba y tomaba fotografías de lo que le llamaba la atención, árboles, flores, el contraste de los edificios y el cielo. Todo para el era hermoso y le daba paz. Después de caminar un par de horas se decidió por sentar en una banca un tanto escondida, la cual estaba en el centro de muchos árboles altos y bellos, perfecto para descansar.
Decidió tomar fotos de lo que viera, insectos, hojas flores, todo.
Estaba checando las fotos, descartando las malas y admirando las buenas cuando escucho un hermoso sonido. No era el de un animal, o el sonido del viento, no, esto era harmonioso y provenía de una persona, una mujer para ser más exacto. La curiosidad lo hizo mover sus pies y posicionarse detrás de unos arbustos, ahí fue cuando vio a una mujer de pelo castaño oscuro, arrodillada enfrente de un mini campo de diente de león. Estaba soplando varios ramos a la vez para luego ver y reírse con todas las florecitas volando a su alrededor.
No pudo evitar sonreír y ahogar una pequeña risa en su antebrazo, no quería hacer ningún ruido para no arruinar la felicidad de esa chica. Era contagiosa y genuina, algo que no había visto desde hace un tiempo. Se sentía feliz al saber que alguien podía disfrutar de esta manera las cosas más simples, así como soplar flores.
Decidió mirar su reloj y se dio cuenta de que ya era un poco tarde para la cita con el sastre que tenía. Volteo una última vez a la mujer y se despidió con una mirada para continuar su camino, alegre por lo bonito y ameno que había sido este paseo.
Pero sobre todo, por esa hermosa sonrisa que había presenciado hace poco.
