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Un pequeño chico yacía encorvado en un escritorio, mientras con ímpetu mordía una pobre pluma, víctima de el estrés y ansiedad reprimida del petite, quien descargaba su furia en ella, dejando plasmado sus colmillitos en aquel ya dañado cilindro. ¡Simplemente no podía entender! ¿De qué le serviría aprender a sumar de esa manera tan complicada? ¿De qué le sirve agregarle letras y complicar aún más lo que era sacar cuentas? Estaba completamente furioso y desconcertado, a pesar de todas las veces que su amargo maestro supuestamente les enseñó a realizar ecuaciones de primer grado, no entendía una mierda. Si reprobaba, pues daba igual, de todas maneras ya estaba planeando volverse stripper. Adiós prepa, hola narcotrafico.
Buscó sin cesar videos que le pudieran ayudar, pero lo único que hacían era confundirlo aún más y hacer que quiera estrellar el celular contra el suelo e irse a trabajar como vendedor de Avon, pero ya no era una opción, su madre ya le había dicho que si volvía a sacar 7 en matemáticas le sacaría los pulmones con una crayola, no le daba miedo, pero no quería ver a su progenitora triste, por lo que estaba dando su mejor "esfuerzo", sí, me refiero a hacer berrinche y soltar gruesas lágrimas debido a que no podía entender el porqué de él hecho de que su maestro no permitía hacer otro procedimiento que no fuera el de él, que aparentemente era también el que utilizaban sus ancestros, probablemente igual de amargados que su profesor.
Dispuesto a abandonar su vida y ahorcarse con un peluche, dio un brinco de susto al escuchar una llamada, no sin antes bailar al ritmo de "mi sexy chambelán" canción la cual tenía como tono.
¿Quién anda chingando a éstas horas? Si eres un extorsionador, déjame decirte que no llames a mi madre para pedir recompensa por secuestro, seguro hasta te paga para que me lleven. —exclamó de manera infantil el petite mientras buscaba una almohada lo suficientemente larga como para ahorcarse en paz.
¡Hola Ouma, soy yo, Akamatsu, uno de tus compañeros de clase! No te voy a extorsionar ni nada, solo quería hacerte una pequeña propuesta. —dijo entre risas el rubio, quien se escuchaba sincero, lo que le transmitía confianza al bajito.
¿Es dinero? Si es así, jalo, solo déjame a mi ocultar el cuerpo. —realmente no le importaba lo que fuera, el dinero es dinero.
¿Cuerpo? Realmente no sé de lo que te encuentras hablando, pequeño. —Ouma se sonrojó hasta las orejas ante ese apodo, ¿cómo osa a decirle tal cosa a un ser superior cómo el?
¡¿Pequeño?! Pequeña la tienes, hijo de tu madre. ¿Qué es lo que quieres, cabrón?
Ya, ya. Está bien, lamento decirte de aquella manera, pero para lo que llamaba era de índole escolar. —explicó con tranquilidad el rubio de suave voz.— Quería preguntarte si querías ayuda en la materia de matemáticas, pude visualizar en clases que se te complicaba, y como jefe de grupo, miembro del comité escolar, no pude dejarlo pasar. —realmente quería ayudar a aquel chico, aparte de sentirse ligeramente atraído hacía el. Su personalidad era casi indomable.
