«Promesas»

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Era un día normal y corriente de invierno, ventanas empañadas, cortinas abiertas, mirando lo aburrida que se encontraba la capital de Japón últimamente gracias a que los días nublados de diciembre habían empezado hace veintidós días desde el primero del mes. El aburrimiento era sumo sabiendo bien que el café en su taza se había agotado, y ya completo todas las tareas pendientes que le quedaban, por lo que su única idea fue curiosear sobre el retrato que su novio le había mencionado anteriormente, y quien lo tuvo tan concentrado toda la tarde en el mini taller de su casa.

Suspiro bajándose de la cama mientras paseaba por el pasillo que lo guiaba a su destino, abrió la puerta tranquilamente y se le acercó de manera sigilosa por la espalda.

-¿Qué estás dibujando?-preguntó, pasando sus brazos traviesamente alrededor de su cuello, apoyando su barbilla en el pelo pelinaranja que tanto amaba acariciar y oler. Obviamente esa pregunta debió desconcertarlo, pues se notaba lo enfocado que estaba en el retrato a kilómetros, tanto que no noto cuando se acercó por detrás.

-A ti-Respondió, con cierta picardía en su voz. El silencio reinó en el ambiente agradable que se había formado, analizó la pintura por algunos segundos, asombrado de la gran cantidad de detalle y esfuerzo que se notaba, aunque aún no estuviera completamente terminada, o que gran parte de sus acuarelas no estuvieran secas, se veía bellísimo, y no esperaba menos de un estudiante de bellas artes. Sonrió orgulloso de su amado, en el futuro, podría llegar a lograr bastantes cosas, y estaría más que feliz de acompañarlo en sus buenos e incluso malos momentos.

-¿Por qué de tantos rostros que pudiste practicar, el mio?-La curiosidad lo mataba, más aún sabiendo el talento que él tenía con los objetos y no con los retratos sobre humanos.

-Porque el tuyo es el más bello entre todos-Dijo, sonriendo de manera ligera mientras ladeaba su cabeza hacia atrás para dejar un casto beso en sus labios, manchando así algunas partes de su cara con pintura. Ambos rieron sin preocupaciones, mientras disfrutaban la compañía del otro.

-Ya tengo que irme, se me hace tarde para mis clases-Exclamó ya luego de que los brazos de Aether lo liberarán de su agarre, para después limpiar rápidamente la acuarela de su cara y manos, dejando los pinceles en su lugar aún con el retrato a medio terminar. Se puso su abrigo rápidamente y agarró la mochila donde tenía un trabajo importante hecho para hoy-Nos vemos, cariño, guarda mis pinceles por mí, ¿Sí?, Sabes dónde van-

-Si, pero prometeme que cuando termines el retrato, seré el primero en verlo-

-Lo prometo, será tu regalo en nuestro aniversario-Terminó por decir sin dejar esa sonrisa traviesa en su rostro, mientras desaparecía por la puerta. El tiempo pasaba, por lo que se dedicó a limpiar y colocar en su lugar los pinceles que había utilizado, guardando sus acualeras de paso y poniendo un poco de orden en los objetos que se había olvidado de guardar Tartaglia mucho antes que él estuviera ahí. Dado eso por terminado, salió de la habitación y se dirigió a la sala, recostandose en el sofá mientras leía un libro que tenía pendiente. Estaba por apagar la tele para acomodarse mejor y concentrarse en su lectura, pero la actual noticia que mostraba le llamó la atención.

«Joven de 28 años fue baleado cuando se dirigía a la academia-»

Justo cuando estaban por decir el nombre lo apagó, sentía algo de lástima por su familia, pero aún así no tenía derecho de hablar desde su posición. Estaba por proseguir con su lectura cuando de repente empezó a sonar Custer, de Slipknot, canción que usaba como tono de llamada, se apresuró a buscar su teléfono y se dio cuenta que la persona que lo estaba llamando era la madre de Childe, se paniqueo un poco, ya que tal vez quería pasar de visita y él estaba demasiado desarreglado como para tener visitantes a esta hora.

°•El Azul De Sus Ojos~ ChiltherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora