2° Capítulo: ¡Maldito estirado!

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•POV Eric•

Me encontraba golpeando el saco de boxeo que había en la sala de entrenamiento. Mañana iba a luchar contra el estirado. Una pequeña sonrisa se dibujó de mis labios al pensar que no iba a ser ni capaz de golpearme porque he visto sus primeras peleas. La primera con la chica de Cordialidad, no era capaz de golpearla por alguna razón; pero ganó. Y la segunda contra el chico corpulento de Verdad, el estirado tenía una gran capacidad de resistencia y eso le dio la victoria.

A mi lado estaba él, golpeando con fuerza el saco. Vi que tenía los nudillos bastante magullados. Dejó lo que estaba haciendo cuando Amar, se puso a hablar con él.

Pasaron unos minutos y vi que se fue con Amar, al parecer iban a jugar un juego osado. Da igual, yo seguiría practicando para mañana. Pensé al dar una fuerte patada al saco de boxeo.

Después de una hora, decidí descansar y me dirigí al Pozo. Me interesaba hacerme algún piercing. Quería parecer alguien duro, que no me tomara la gente de broma.
Fui al estudio de tatuajes de Tori y serio, me senté en la silla. Sin mirarla la pedí dos piercings por encima de mi ceja derecha. Ella asintió, y me desinfectó la zona antes de empezar a agujerear mi piel. No dolía tanto como creía, y sólo tuve que apretar levemente el posabrazos.
Sonreí levemente por el dolor, sentí un cosquilleo en el pecho. Como si me gustara la sensación...

Al acabar, me fui a dormir pronto. Tenía que descansar para la pelea de mañana. ¡Tenía que ganar...! Antes de quedarme dormido, se me vino a la cabeza...el tal Cuatro, el estirado...
(¿Cómo se llama en realidad?)
Pensé frustrado y golpeé el colchón, mientras cerraba los ojos e intentaba concentrarme.
(Un abnegado, con sólo cuatro miedos...
Cuatro. El estirado que se irrita...con mis objeciones...
Creo que es Eaton..., ¡Tobias Eaton!)

-Problema resuelto... -susurré riendo levemente. Y me di la vuelta para mirar en el reloj la hora: 05:17am.
Escuché un ruido, era el sonido de la puerta abriéndose. Oí el sonido del colchón de al lado; era el estirado. Acababa de llegar...menudas horas.
Noté que me tocaba el hombro y abrí un poco los ojos. Vi a Cuatro, con los ojos rojos por la falta de sueño y apestaba a alcohol.

-Estirado...¿qué haces? -dije en bajo con un tono frío, atento por si se molestaba. No obtuve respuesta alguna y me miró a los ojos, parecía un atontado.- Ey, vamos...

Le miré con los ojos abiertos al ver que se estaba quedando dormido sobre mi.

-¡Cuatro! ¡Despierta, no te duermas aquí! -dije más alto, sin despertar a los demás o por lo menos lo intentaba.
Nada...no había otra, le dejaría en su cama. No quería dormir con el estirado. Me di la vuelta y vi que ocupaba toda mi cama... Intenté levantarlo, agarrandole del estómago. Pero nada. No podía.

Me estaba cabreando. Fui al baño y cogí un vaso de agua. Volví y vi al estirado boca-abajo en mi cama. Sonreí maliciosamente y le eché el agua en la cara.

-¡Vamos despierta! -dije intentando ser serio. Y el reaccionó con el agua y se levantó para cogerme de los hombros, apretandolos con fuerza. Lo miré desafiante.-¿Qué pasa, estirado? Tan sólo te he refrescado las ideas...

-Te he dicho que no me llamases "estirado". -dijo a unos centímetros de mi cara y yo me reí levemente.

-Vamos, tú no me das miedo. Tú ni nadie. -dije suspirando.- Y mucho menos un estirado...

-Eso lo veremos... -dijo tan bajo que vi que se volvió a quedar dormido y le tuve que sujetar por el abdomen para que no se cayese. Lo deje en su cama (que estaba al lado de la mía). Y observé que tenía la camiseta de tirantes subida un poco, se veía un tatuaje de unas llamas en el costado. Yo no sería menos, me haría un tatuaje. Un estirado no me superará. ¡Nunca!

Me quedé mirandole un momento como dormía y me volví a acostar en mi cama para dormir un poco más.

Me levanté media hora antes de mi pelea con él. Fui al baño y me duché con agua fría, así estaría más atento.

Me vestí con rapidez y me senté en mi cama para ponerme mis botas osadas. Advertí de que el estirado se acababa de despertar, cuando tan sólo quedaban diez minutos para nuestra pelea.

-Dormilón, vas a acabar perdiendo. Ya lo verás. Ah, sí. No digas que es por la resaca. Porque...te ganaré. -dije antes de echarle una mirada y me fui para salir de la habitación. Me dirigí tranquilamente hacia la sala de entrenamiento a esperarle mientras el tiempo pasaba.

A los dos minutos escasos que quedaban, pensé que era un cobarde. Pero en el último instante, apareció. Me empecé a cascar los nudillos, uno a uno mientras le observaba.

Cuando se puso en frente de mi, Amar retrocedió.
Me acerqué a él deprisa y le dí un puñetazo en toda mandíbula. Disfruté al notar la vibración de mi puño, al chocar con su mandíbula.

Vi que retrocedió tambaleando, estaba sosteniéndose la cara.
Levantó las manos para bloquear el siguiente golpe. Moví la pierna., dispuesto a darle una patada. Intentó esquivar la patada (sin éxito) y le golpeé con fuerza en las costillas, justo en la zona del tatuaje. Recuerdo lo roja que estaba esa zona de su piel, teñida de negro...

-Esto es más fácil de lo que imaginaba. -comenté.

Observé su reacción, con arrogancia. Estaba rojo de vergüenza.
Noté un dolor en mi estómago. Había aprovechado la oportunidad y me había hecho un gancho en el estómago.

Reaccioné y le di un bofetón en la oreja. Le hice perder el equilibrio; estaba con las manos en el suelo para recuperarse.

-¿Sabes una cosa? -dije en voz baja.- Creo que he averiguado tu verdadero nombre.

Le golpeé de nuevo, esta vez intenté darle en la cara, pero le di en la clavícula. Sacudi la mano y dije:

-¿Se lo cuento? ¿Lo saco todo a la luz?

Tenía su nombre entre los dientes, "Eaton". No obtuve respuesta. Vi como su expresión cambiaba en ira.

Me agarró el brazo para sujetarme, con una fuerza brutal. Empezó a golpearme, uno tras otro. Lo único que podía hacer era intentar soltarme, pero me resultaba imposible. Entre los puñetazos, vi su mirada pérdida. Como si no fuera consciente de lo que hacia. Noté calor...era mi propia sangre la que me daba esa sensación. No lo podía negar, me estaba haciendo daño... Intenté reprimir mis gritos de dolor, pero llegó un momento en el que no lo soportaba.

Conseguí soltarme y me sostuve la cara con ambas manos. La sangre me empapaba la barbilla y la boca me sabía a sangre. No se sentía tan mal...no era un sabor desagradable. No como el sabor de la derrota, además que me la diese él...me dolió.

Me dió una fuerte patada en el costado y perdí el equilibrio. Por encima de mis manos entrelazadas, sentí su mirada.

Estaba a punto de llorar del dolor y el daño a mi orgullo, tenía la mirada pérdida. La sangre me brillaba en mi pálida piel.

Escuché unos pasos. Eran los suyos, se estaba yendo de la zona de lucha. Me quedé un rato sumido en mis pensamientos. Cuando Amar se ofreció a ayudarme para levantarme, rechacé su ayuda y me levanté tembloroso para ir hacia la enfermería.
No se lo perdonaría al estirado...

Perdido en tu mirada y en tu sádica sonrisa. (Cuatro X Eric, Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora