Estaba sentado, aburrido, viendo en la televisión un programa del que ya había perdido el hilo desde hace tiempo. Shonn miró el reloj que se sujetaba el la pared del salón. Sus agujas señalaban hacia arriba. -" Ya es hora de acostarse"- pensó Shonn. Apagó el televisor y se dirigió a la habitación donde estaba su cama. Era una habitación grande, aunque la cama no era demasiado ámplia. El resto de la habitación estaba ocupada por una larga mesa desordenada por culpa de la cantidad de papeleo que tenía Shonn. Había también unas pequeñas baldas con libros. El resto del espacio de la habitación estaba vacío salvo por un peluche de un monstruo al que no se le podía atribuir ningún parecido con algún ser vivo del planeta tierra. Shonn no se molestó en ponerse el pijama, directamente se metió en la cama con el chandal que tenía para estar por la suit del hotel donde se alojaba.El despertador sonó, pero Shonn tardó varios minutos en darse cuenta. Se levanto de su cama y se dirigió a los cajones que había debajo de su cama para coger ropa limpia. Entró en el baño, se desnudó y entró en la ducha. Mientras se duchaba solía oír música, pero eso no quitó que escuchara pasos caminando por el pasillo que conducía a su habitación.
Shonn decidió llevarlo con toda la calma posible, terminó de ducharse, se vistió y cogió camino hacia su habitación. Una vez en su cuarto no encontró nada que delatase que allí hubiera entrado alguien, los libros estaban en su sitio, la cama hecha, los papeles de su mesa igual de desordenados que antes... Miró hacia abajo, enfocando el suelo, y de repente, como si alguien hubiera puesto a funcionar su cerebro se dio cuenta de que su peluche no estaba. No lo echaba en falta por el hecho de tenerle cariño sino porque dentro de aquel peluche se encontraba la clave por la que había vivido, luchado y matado. Se encontraba el trabajo de su vida. Shonn salió de su suit con el teléfono en la mano dispuesto a llamar a su jefe para contarle la desaparición del peluche cuando de la nada, dos personas encapuchadas, vestidas de negro y armadas le noquearon.
El movil de Shonn quedó en el suelo con la tenue voz de su jefe preguntándose quien le habría llamado.Shonn despertó en una camilla atado con bridas y con un dolor de cabeza que solo era comparable con que le hubieran pegado una bocina a la oreja y no hubieran parado de hacerla sonar durante un día entero.
Miró a su alrededor y se encontró con una cantidad innumerable de ojos observándole.
De la boca de Shonn salieron tres preguntas que para sus captores parecieron absurdas:
-¿Qué hago aquí?
-¿Quiénes sois vosotros?
-¿Qué queréis de mi?
Nadie respondió a sus cuestiones.De una puerta que para Shonn parecía que nunca hubiera estado allí apareció una mujer con una bata blanca y una mascarilla de cirujano colgada de su cuello que era largo y esbelto. La mujer era alta y delgada, de piernas finas y no aparentaba la edad que tenía.
-Sabemos lo que quieres- Dijo la mujer
Shonn dedujo que el peluche lo tenían ellos así que, con su mirada, examinó toda la habitación en la que se encontraba. Para su desgracia no encontró nada.
-No nos interesa lo que hay en el interior del peluche- Prosiguió la mujer- Viendo como machacas con la vista todo lo que hay a tu alrededor, supongo que ya habrás deducido que el peluche no te va a ser fácil de conseguir.
Shonn siguió sin decir nada. Pero durante varios segundos estuvo fulminando a la mujer con la mirada y siendo consciente de que ella se percataba.
Gran parte de las personas que se hallaban en la sala volvieron al trabajo, concentrándose en la pantalla del ordenador que tenían enfrente o escribiendo en un folio.
Las demás se fueron junto con la mujer por la puerta por la que habían aparecido. Shonn siguió en la camilla, reflexionando sobre lo que la mujer le había comentado. Shonn no recordaba haber visto a esa mujer en su vida, sin embargo ella si que parecía saber todo sobre él.
Las personas que quedaban en la sala se levantaron y se pusieron formando un corro alrededor de Shonn. Le sujetaron y le restregaron un pañuelo húmedo por la nariz y por la boca. De pronto Shonn sintió un sueño tremendo. Sintió unas enormes ganas de desvanecerse en la camilla a la que le tenían amarrado y dejar de existir por un momento. Antes de que Shonn se diera cuenta, quedo inconsciente e inerte sobre la camilla.
Shonn despertó en una habitación llena de espejos. En cualquier dirección en la que Shonn miraba solo veía su reflejo. De pronto una voz robótica sonó de la nada.
Introduciendo Inside- dijo la voz
Mierda- dijo Shonn -Claro que les interesaba el reproductor del peluche. Como pude ser tan imbécil de creerme las sucias palabras de esa mujer.
De pronto Shonn sintió que toda la habitación le daba vueltas. Cerró los ojos para evitar marearse y para cuando los abrió, ya no estaba en la habitación con espejos, se encontraba en Chicago. Shonn miró hacia atrás. Sabía las reglas. Las repitió en su mente:
Regla número 1: nunca te salgas del escenario
Regla número 2: si estás aquí es porque tienes que cambiar algo. Si quieres salir cámbialo.
Regla número 3: no te dejes matar.
Shonn miró hacia atrás y vio que una persona iba corriendo con una daga en la mano en dirección hacia él. Shonn corrió cuanto pudo hacia una esquina que le desviaría hacia la avenida Michigan. Allí podría despistarle. Cuando Shonn dobló la esquina se percató que el hombre de la daga pasó de largo. El alivio duró poco pues de pronto pensó:
¿Y si el hombre no venía a por mi?- Shonn volvió a la calle de la que provenía y al girarse vio un cadáver en el suelo con una herida de daga en la espalda.
Recordó el rostro del hombre. Ya sabía que hacer. De pronto una vez robótica habló desde el cielo.
Inside reiniciado
Shonn volvió al lugar donde había comenzado, ahora sabía que tenía que hacer. Se dio la vuelta y vio al hombre corriendo con la daga.
No hay tiempo que perder- dijo Shonn.
Shonn corrió hacia delante y cojió a un hombre por el brazo y lo empujó a la carretera, él lo siguió. Cuando el hombre del puñal se percató de que su víctima había desaparecido, se dio la vuelta y redirigió su rumbo hacia la avenida Michigan.
Shonn miró al hombre que había salvado, le pegó un puñetazo en la cara y le dejó inconsciente. Después, robó un coche aparcado en la acera y le llevó a un apartamento. Una vez en la habitación le tumbó en el sofá y Shonn se sentó en frente esperando a que se despertara.
No fue hasta la hora siguiente cuando el hombre tomo consciencia. Shonn advirtió este momento y se preparó para explicarle todo.
-Hola - Dijo Shonn - Antes de dejarte hablar voy a explicarte todo para que te resulte más fácil de comprender. Estoy siendo víctima de un programa llamado Inside. Este programa te transporta a una situación ocurrida en el pasado y tu deber es alterar los hechos en dicha situación para que tengan una consecuencia positiva en el futuro. Solo hay tres reglas: No te salgas del escenario, sino el programa podría perderte y no volverías hasta que te volviera a localizar. La segunda regla es que si estas en el escenario es porque tienes que cambiar algo y si quieres volver has de cambiarlo. La tercera norma y más importante es no dejarte matar. Yo no quería utilizar todavía el programa pues era un proyecto, solo un proyecto pero me han raptado y mis captores se llevaron el disco duro donde estaba grabado el programa así que si su objetivo era cambiar tu muerte ya lo he hecho y cumpliendo las tres reglas pero si no he vuelto todavía, quiere decir que hay que cambiar algo más.
No sé como te llamas y sinceramente me da igual, solo quiero que no te separes de mi para poder salvarte la vida y yo poder volver a mi vida.
Vale, comprendido. Me llamo David aunque no te importe y tengo una pregunta respecto a las reglas.- Shonn le hizo un gesto con la cabeza invitándole a proceder con la pregunta.- Si el escenario como en este caso es Chicago y la acción se lleva a cabo fuera de Chicago, ¿Podrías salir del escenario?-
No - Dijo Shonn - El escenario es donde te deposita el programa, ciudad, pueblo, comarca... Las fronteras del sitio son ahora tus fronteras y no puedes cruzarlas.
Vale, no me separaré de ti- dijo David.- Pero prométeme que no me vas a dejar morir.