Atado A Un Demonio

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Prólogo y Capítulo 1

PRÓLOGO

Las miradas nunca desaparecen de tu cuerpo una vez estás sólo.

—Nos vemos, amigo —una figura se aleja de su acompañante y entra en un callejón, el que tanto ha usado.

Cuando crees que no hay nadie cerca tuya, algo o alguien se centra en ti. ¿Un objeto? ¿Una mirada humana? ¿Qué podría ser?

—Qué frío hace, joder —usa sus brazos para coger calor.

Los pasos son un llamado a aquellos que se ocultan en las sombras, que con ansias quieren un cuerpo en el que desahogarse.

Pero ante ellos se alza una figura aún más peligrosa.

El chico se detiene al girar la esquina. Sus ojos ven una silueta alta y fuerte, pero no está iluminada.

No le hace falta la luz siquiera, es su enemiga.

Ojos rojos se encienden en su rostro, el miedo se instala en el cuerpo del chico y este queda paralizado.

Cuando algo sientes que no está bien, que el peligro te susurra al oído...

Esa figura sonríe aunque no lo pueda ver. Quiere huir, correr lejos del callejón, pero ni siquiera le da tiempo a dar la vuelta cuando esa figura... está justo en sus narices.

Ya es demasiado tarde.

CAPÍTULO 1

¿Qué me ocurre? ¿Por qué me siento tan ligero? ¿Por qué siento que estoy cayendo?

Mis ojos... no los puedo abrir. Algo me lo impide. ¿Algo o alguien? Ya no tengo idea de lo que me ocurre. ¿Estoy muerto?

Escucho gritos, murmullos en la lejanía. Es extraño, también escucho el viento. ¿Es eso lo que me mueve?

Calor... Mucho calor. ¿Dónde estoy? ¿En el infierno?

—¿Quién es este? —una voz muy aguda entra por mis orejas—. No aparece en la lista.

—No me jodas —otra voz, pero algo más grave que la anterior—, ¿se habrá equivocado alguno de ellos?

—Lo dudo, la compañía es de profesionales.

—Llama al jefe, hay que estar seguros.

—Voy.

Se escuchan unos pasos ligeros, aunque parece como si estuvieran descalzos.

Siento que un par de manos me tocan, me cargan y me llevan a alguna parte. No tengo la voluntad de hablar y sigo sin poder abrir los ojos. Soy una marioneta a su merced.

—Muy bien... Sé que puedes escucharme, ya que cabe la posibilidad de un error. No puedes hacer nada hasta que el juez te sentencie —¿juez?—. Todo esto suena a locura por ahora, pero lo entenderás cuando abras los ojos.

—Joder, joder, joder, ¡joder! —la voz aguda vuelve con su amigo—. No va a venir el jefe, ¡viene el jefazo!

—¡¿Qué?! Oh, mierda. Si se cabrea, seremos diablillos muertos.

—Tan solo mantengamos la compostura. No creo que mate a un par de trabajadores, ¿verdad? Solo estamos haciendo lo que se nos enseñó.

—Vale, deja que... —y el silencio vuelve a instalarse en mis oídos.

Pero en un instante, siento que todo mi cuerpo me obedece y deja que mis ojos vean la luz.

Es extraño, porque estaba en un lugar acalorado y ahora es una temperatura normal. Estoy sentado delante de una puerta y un escritorio, pero no hay nadie a mi alrededor.

Posibles Historias FuturasWhere stories live. Discover now