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La estrella más brillante de la constelación de virgo

Bailábamos al son de una de las canciones del momento. No recuerdo en que momento me convenciste para terminar allí, solo sé que esa noche sería la primera vez que teñiría mis labios de rojo, para sorpresa mía, no de la mano de un pintalabios carmesí tono 38. Para mi sorpresa fue con tus labios, con los que teñí los míos, cuando cerramos la puerta de ese antro y yo abrí la de mi corazón, esa puerta que no sabía ni que existía, porque estaba demasiado escondida bajo una arteria llamada amistad que opacaba esa zona de mi corazón llamada primer amor. Fue esa noche de calurosa primavera en la que te abrí mi corazón sin yo saberlo, esa noche en la que te viste obligada a contarme el cómo y el porqué nuestro destino no era ese. Fue esa noche, cuando tus labios chocaron con los míos, y mi espalda choco con la pared, cuando me di cuenta de que había sido aquello que me había estado comiendo el alma a bocados los últimos meses, ese sentimiento que no comprendía y que ahora estaba dejando fluir, culpa del alcohol, ese que sabes que nunca tomo y que tu misma me ofreciste sin saber lo que podía desencadenar. Fue esa misma noche, en la que nos imagine en París, fue esa misma noche en la que me imagine dedicándote todos y cada uno de mis libros, poemas, escritos, suspiros y miradas. Fue esa noche la que te dedique la canción que bailamos después de decirte te quiero al oído mientras reías sin ser consciente de que no era uno de los te quiero de siempre. Fue esa noche, cuando paseamos descalzas por Gandía, después de haber deshecho la pista de baile con nuestra esencia, cuando me contaste la verdad escondida. Y yo no comprendí, en que cabeza cabía, que después de tantos años de amor incondicional, me dijeses que no justo cuando te acababa de tender la llave de mi corazón para que la guardases a buen recaudo.

Fue la noche más estrellada de abril cuando virgo brillo sin presencia, pero con su esencia en todas partes. Fue esa misma noche cuando dos chicas destruyeron todo lo que habían creado en 15 años de amistad y amor, rotas ante la idea de un final, sin ser conscientes de que, en realidad, los amores más puros, renacen con la fuerza del ave fénix después de desquebrajarse.

Porque me rompiste el corazón en mil pedazos al no dejarme quererte de esa manera, porque te rompí el alma al darte a entender que lo nuestro nunca jamás seria como antes.

Y no fuimos conscientes, pura inocencia innata, de que, en realidad, estábamos a punto de presenciar el renacer de lo más puro que jamás habíamos podido experimentar.

El amor sincero, entre dos personas, que se niegan a dejarse ir jamás.

De amores inexistentes y otros también realesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora