Atando cabos

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-Tendrán todo listo cuando lleguemos -me toma la mano y se la lleva a los labios para depositar un tierno beso - ¿Segura que quieres viajar ? Puedes quedarte en mi casa si quieres

-No, esta bien, hace mucho que no visito a mi hermana y creo que me hará bien platicar con ella

-Bien, en ese caso te llevare con ella

El camino al aeropuerto no es largo, pero lo pasamos en silencio, uno que no es incomodo y que me permite pensar con claridad lo que estoy haciendo, si bien le recrimine que él había huido en vez de afrontar los problemas y yo estoy haciendo lo mismo, pero es que me es imposible verlo a la cara sin pensar que cabe la posibilidad de que me haya sido infiel y aunque trato de bloquear esa idea, no puedo, todo es tan raro que no le encuentro ni pies ni cabeza, por un lado quiero pensar que todo esto es imaginación mía y por otro sé que algo esconde.

Durante el camino estoy tentada en varias ocaciones a decirle a Robert que de media vuelta y me lleve de regreso a mi casa, pero no lo hago, por que se que necesito espacio para analizar las cosas y .... Elegir si debo seguir con este matrimonio o no, se que es muy radical pensar esto, pero tal vez esto fue el detonante de varias cosas que ya teníamos acumuladas, como el hecho de que ya casi no estamos juntos íntimamente, los niños nos consumen todo el tiempo y al final del día, estamos tan agotados que solo vamos a la cama a dormir y se que el tenía una vida sexual muy activa, así que al yo ya no satisfacerlo, fácilmente se pudo haber conseguido a otra.

Llegamos al nuestro destino y en vez de ir a registrarnos, caminamos directamente a la pista donde un avión enorme y hermoso nos espera

-Todo listo señor, puede despegar cuando quiera -dice quien yo creo es Richard

-Gracias, vamos - me toma de la mano y entramos en el lujoso avión

Robert es un piloto o mas bien dicho lo era, trabajo en esto hasta que creo un programa de navegación que lo volvió tremendamente rico y a pesar de que ya no necesita trabajar como piloto, tiene un gran arsenal de aviones, cada uno nombrado como una gema preciosa, hoy ocupamos "diamante " el cual solo lo ocupa para ocaciones importantes , ya que es muy elegante y caro por supuesto, en el interior hay varias filas de asientos cubierto de cuero, frente a estos hay una mesa de cristal, con un mini bar y una pequeña pantalla de plasma, sobre los asientos hay unos pequeños compartimentos donde hay una manta y un cojín de seda, perfecto para un placentero viaje

-Ponte cómoda -me saca de mi admiración y lo volteo a ver regalándole una sonrisa

-Esta bien

-Pero primero me podrías decir cual es mi destino

-Vamos a España

-Ok -comienza a caminar a la cabina del piloto y yo me alertó ¿acaso me dejara aquí sola ? No es que sea miedosa ni mucho menos pero el avión es tan grande y yo solo aquí, no me agrada la idea

-¿serás tu el piloto ?

-Si , este vuelo es tan imprevisto que no pude conseguir a otro piloto, pero no te preocupes estas en buenas manos -me guiña el ojo - así que duerme un poco y te despertare cuando estemos por aterrizar

Tomándole la palabra me recuesto en uno de los asientos y después de pasar casi todas las noches sin dormir, este sueño me cae de perlas, descanso como no lo había hecho en mucho tiempo hasta que Rob me despierta por los altavoces para que me acomode y podamos aterrizar. Una vez en España me siento viva de nuevo, hace casi tres meses o mas que no venia a mi hermoso hogar y ahora que regreso me siento alegre, la primera cosa que hago al llegar es convencer a Robert de que voy a estar bien y que se puede ir a una reunión que va a tener en Londres y aunque me costo mucho al final lo convencí, así que con un beso nos despedimos y me dirijo a casa de Raquel.

Historias cortas de Eric ZimmermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora