Destined by the stars

1- Un día más en Los Ángeles

15 de Enero de 2019, un día cualquiera en la ciudad de Los Ángeles, California, nada extraordinario pasaba, nada fuera de lo común, los jóvenes a la escuela, los adultos al trabajo o a hacer sus actividades diarias. Tal como era el caso de Kellen Morgan, un chico de 16 años, quien era dejado en la preparatoria por su padre en su viejo Toyota Camry del 96.

—Suerte en la escuela Kellen, ¿Verás ese coche en la tarde? —dijo el padre del chico con una pequeña sonrisa en los labios

—Si, tengo el dinero y saliendo de clases iré por él, te veo más tarde —dijo el muchachito pasándose una mano por su roja y lacia cabellera, mientras su padre arrancaba el auto, dirigiéndose a su trabajo.

Kellen no era la definición de alguien popular, era un chico pequeño, delgado y de cabello rubio cenizo, piel pálida y unos ojos verde olivo, una nariz pequeña y un poco chata, labios rosados y pequeños, solo podía definirse como "tierno" tal vez. Era un chico de pocos amigos, y que de cuando en cuando era el blanco de burlas y bromas, gracias a su actitud un tanto reservada, aunque si bien no era fuerte físicamente, siempre sabía cómo desquitarse, incluso sin que sus agresores se dieran cuenta, pero eso no cambiaba nada, él seguía siendo un "herbívoro" en esa selva llamada preparatoria, mucho menos ayudaba el hecho de que fuera abiertamente gay, aquel dato solo acrecentaba en gran medida los acosos que recibía, algo "normal" entre chicos de preparatoria.

Al mismo tiempo, con un trasfondo totalmente diferente llegaba uno de los "carnívoros" de preparatoria. Tyler Severide, el capitán del club de kickboxing y compañero de clase de Kellen, aunque jamás habían cruzado palabra el uno al otro, reconocible por su inconfundible Nissan 370Z de 2010, ligeramente modificado. Nada más bajar de su auto, saludó a sus amigos, también miembros del club de kickboxing y parte de los que tenían a Kellen en su punto de mira algunas veces. Tyler era uno de los mayores orgullos de la escuela, campeón regional de kickboxing a nivel preparatoria, era un chico atlético, un ligeramente alto, de cabello castaño claro, algo ondulado con unos profundos y redondos ojos verdes, además de una pequeña pero distintiva cicatriz en el lado derecho de su boca, cruzando por sus labios, fruto de una caída de un árbol cuando era pequeño, su nariz era respingada y un poco ancha.

Así era la vida en la escuela, o eras un carnívoro, bueno en deportes y lo suficientemente atractivo para ser popular o eras un herbívoro, una rata de biblioteca antisocial que era blanco fácil de los bullies, esas eran las dos vertientes de alumnos en la escuela preparatoria.

Kellen entró al edificio, sin mirar a nada en particular, encontrándose con Jeffrey Richardson, quien era realmente su único y mejor amigo, compartían gustos, se ayudaban mutuamente a estudiar, se conocían desde que tenían 7 años, siempre se tenían el uno al otro. Jeff era un chico igual de delgado que Kellen, cabello negro y ojos marrones, con unos lentes de pasta negros y algún que otro grano en su cara.

—¡Kelly! —Le llamó Jeff con una sonrisa ladina y dándole una palmada en la espalda. Kelly era su apodo

—Hey Jeff —sonrió Kellen con una pequeña sonrisa, mirando a su mejor amigo con tranquilidad.

—¿Qué te dijo tu papá sobre un auto? —preguntó Jeff con algo de emoción.

—Meh, dijo que mientras yo tenga el dinero puedo comprarme uno y él me ayudaría a conseguir las cosas que necesite si hay que cambiar algo —contestó con una pequeña sonrisa mientras se encogía de hombros.

—¿Y lo tienes? —preguntó Jeff con algo de emoción —Sabes que mi padre no me dejará tener auto hasta cumplir 21, así que tu eres la mejor opción que tenemos para dejar de tomar el bus —dijo el chico

—Bueno, desde que trabajé en ese seven eleven el verano pasado para comprar esa laptop y el dinero que me da mi papá, me quedan unos $300 dólares... Y bueno, encontré un Scirocco del 81 que podría comprarme algo barato aunque esté maltratado, podría repararlo yo —dijo Kellen con una sonrisa