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Los rayos del sol golpeaban la cara del castaño, quién con pereza, se levantaba para iniciar otro día de trabajo en la ciudad.

Ya llevaba aproximadamente 3 meses en aquel lugar.

El tiempo pasaba volando, y en tan poco lograron establecerse mejor, ampliando la casa y consiguiendo mejores trabajos.

Mientras que Mike ahora trabajaba como mensajero, Rius empezó a trabajar en la capilla y heredó el restaurante a Sparta, quién después de todo algo que le encantaba era atender a los clientes y verlos disfrutar del servicio y la comida.

En una de esas tantas veces, la suerte de cierto chico de cabellera morada iba en picada.

La relación entre los hermanos dependía de un hilo bastante fino, cuando se rompió el día anterior justo en una charla al pueblo por parte ser Rey. Arto de su comportamiento y sin saber que hacer, saldría a algún restaurante de la ciudad, pero no a alguno lujoso y caro como acostumbraban, saldrían al restaurante de la elección del archivero y mano derecha real.

Mayo al escuchar eso se quedó helado, solo logro escuchar la puerta que indicaba que la familia real había salido de la habitación, solo se escuchaba los gritos y riñas que Timba les decía a los príncipes.

La ansiedad de Mayo lo estaba matando, lo pensó millones de veces y creando situaciones falsas de los resultados de aquello, tomo la decisión de ir a su restaurante favorito.

Quizás nadie había dicho nada durante toda la salida, Timba estaba enojado (con sus hijos), los hermanos reales se mataban con la mirada y Mayo estaba que le daba un infarto en cualquier momento.

Un chico de pelo esponjado, con ojos azules y una bella sonrisa se les acercó. Cabe aclarar que la realeza estaba usando identidades falsas.

-¡Mayo!¡Que gusto volver a verte por aquí! Ya tenías un buen rato sin aparecer- recibió con una cálida bienvenida el apodado Sparta

-¡S-Sparta! Bueno, tuve unos cuantos asuntos en mi trabajo, me enteré que Rius te dio el restaurante ¿Cómo va el negocio?- interrogó el de ojos rubí con su habitual tartamudeo y nerviosismo

-bastante bien, veo que tienes invitados ¿Que les puedo ofrecer?- menciono con amabilidad

-Bueno, yo quiero lo mismo de siempre, si no es mucho pedir, s-señor ¿Usted que pedirá?- exlamo el archivero

-Me da una paella y un refresco- pido con amabilidad el de pelo azul

-un plato de pasta Alfredo con un agua de limón- ordenó Musi

-una ensalada y agua- dijo invictor

-¡Enseguida les tengo sus órdenes!- menciono amablemente para pasar a retirarse

El rey estaba atónito con su amabilidad, había conocido personas amables pero el en particular podía cambiar el ambiente con su sola presencia. El ambiente de odio mutuo de los hermanos había pasado a tirar pestes sobre el comandante del ejercicio, tal vez no se iba el sentimiento de ira, pero ver el cambio lo sorprendió bastante, la aura que emanaba de aquel chico era divina.

Por su otra parte, Mayo temía lo peor, no quería que la pura alma de su amigo se corrompiera con el tema de la realeza y su mayor miedo en ese momento de hizo realidad

-Lo encontramos, es el indicado- exlamo el Rey

Al parecer, el de ojos rojo no comería ese día.

El rey y los príncipes, vestidos elegantemente entraban al establecimiento.

Quienes comían ahí tanto como quienes solo caminaban cerca del lugar miraban curiosos y sorprendidos por la entrada del Rey.

En ese momento, Andrés dejo de golpe todo lo que hacía y se arrodilló ante su majestad para brindar la atención digna de tal presencia.

-¡Su alteza!¡Me honrra su presencia en mi humilde local!¿Que puedo hacer por ustedes?- dijo arrodillado y con la cabeza baja

-¡Párate!- grito el mayor de los gemelos

-no es digno de un príncipe humillarse de tal forma- termino el gemelo menor

Todos los presentes guardaron silencio, incluido el castaño de ojos celestes, ni un alma se escuchaba

-¿Disculpe?- susurro Sparta

blue crown [Sparta356]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora