ਏϊਓ.¸¸.* How would you feel, if I told you I loved you?
Era una excusa muy pobre.
—Eso creo que... será me-mejor dejarlo... para otro momento.
La verdad es que los nervios le estaban comiendo por dentro desde el primer minuto, cuando vio a Horacio bajar del coche irradiando esa energía que se ha convertido, poco a poco y sin darse cuenta, en el combustible de su día a día. Cumplía un año más, incluso se había reído de eso diciéndole que ya era un año más viejo, pero lo cierto es que los años le sientan genial. O quizá su visión está velada por sus sentimientos hacia él. No lo cree; Horacio destila una belleza poco común que atrae las personas a su alrededor de forma inconsciente, como la gravedad afecta a los planetas y los empuja a orbitar alrededor del Sol.
Había sido un día maravilloso. De principio a fin. A pesar de todas las trabas que encontraron al inicio, Volkov se sintió pleno por haber sido capaz de cambiar de planes y hallar la manera de pasarlo bien y relajarse. Desde ese partido improvisado de tenis, compitiendo entre ellos como siempre hacen, medio en broma medio en serio; hasta el vídeo sorpresa que todos sus seres queridos enviaron desde el otro lado del océano, dedicándole felicitaciones cargadas de cariño y mejores deseos. Aunque faltaba un mensaje y algo más importante.
Horacio se lo hizo saber, que faltaba su felicitación, su regalo, esa sorpresa que tenía preparada. Y Volkov, a pesar de saber perfectamente a qué se refería, optó por hacer lo que mejor sabe, aquello que lleva años entrenando: hacerse el tonto.
—¿Cómo que otro momento? —La voz temblorosa de Horacio le provocó un nudo en la garganta. Reflejaba confusión y un atisbo de amarga decepción.
Pero Volkov no pudo retractarse. Había dado un paso atrás y sentía como si hubiera retrocedido diez metros.
—Para otro momento —sentenció.
—¿A qué te refieres con otro momento?
Quiso responderle tantas cosas. Ser un poco sincero por una vez. Sin embargo, el pánico se adueñó de sus cuerdas vocales y tomó la palabra sin consentimiento.
—Porque ahora mismo... —soltó la primera excusa que acudió a su mente—, sintiéndolo mucho... la palabra que a ti no te gusta mucho. —Arrepintiéndose un segundo después.
Hasta ese instante había esquivado sus indirectas más directas, las insinuaciones más coquetas, incluso un beso en la mejilla que quedó colgando en la atmósfera enrarecida de un almacén cochambroso; pero nada de eso le hizo sentir tan mal por dentro como esa excusa tan pobre. Le había prometido una sorpresa a Horacio y no había podido dársela. Simplemente no tuvo el suficiente valor para llevar a cabo lo que tenía previsto hacer desde varios días atrás, antes de la llegada de Horacio a Londres. Y es que, cuando lo tienes todo calculado, es muy fácil que cualquier imprevisto desbarajuste tu plan mental y eche por tierra tus intenciones. Por muy claras que sean.
Para empezar, la noche había caído. El lugar que había escogido podría estar precioso bajo la luz de la luna y las estrellas, pero Volkov había imaginado el momento de día, con un cielo brillante y azul, las olas estrellándose contra las rocas del acantilado y deshaciéndose en blanca espuma, la brisa despeinando la cresta de Horacio y sus propios cabellos. Había armado en su cabeza un discurso donde el Sol era clave, repleto de metáforas. Lo había ensayado hasta aprenderse las pausas y los cambios de entonación más insignificantes. Sin ese elemento, sin el Astro rey como hilo conductor, no sabría por dónde empezar.
Por si fuera poco, el clima londinense hizo de las suyas y, en un parpadeo, el día cálido y radiante se transformó en una noche fría y lluviosa. Ya estaban en el hotel, no tenía sentido conducir hasta aquel mirador bajo esa tormenta. Además, Horacio estaba cansado.
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El momento
Fanfiction| LondonEyeRP | Volkov/Horacio | El universo parecía confabular para que entendiera una cosa: aún no era el momento. Pero, entonces, ¿cuándo sería? • Pareja: Volkacio (Volkov y Horacio). ⚠Advertencias: Two-shot. Canonverse de LondonEyeRP situado en...