1.- La diosa morena

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El clima adverso y él de mal humor. A menos si esa mujer que le sacaba varias cabezas de cabellera oscura y contextura envidiable, digna de una diosa primigenia que era su compañera de buffete, dejaba de mofarse de la pobre clienta que tuvieron que defender.

—¿ Puedes callarte? 

Ella chasqueó la lengua inconforme.

Sacudió su cabello rojo sangre mientras la dama parloteaba usando sarcasmo. En qué diablos pensaba cuando aceptó ir a ese juicio con ella en calidad de abogados defensores de una mujer que demandaba a su marido por infiel con su hermana.

—¿ Viste como la miró? Pfffff  ja,ja,ja—golpeo la mesa de aquella cafetería donde ambos posaban luego de un extenuante juicio, el golpe de tamaña fuerza casi derriba un florero—ay que graciosos, ni mi hija se manda esos números.

—Eres una vieja fastidiosa y ruidosa, Ra—apostrofo cuando ella se seco una lagrimita—el que se fijo primero en ti, estaba loco.

Lejos de ofenderse, ella palmeo su hombro mas cercano y acerco su boca a su oído, Seth abrió los ojos nervioso, pero ella se aparto muerta de risa en tanto un camarero se acercaba y notaba confuso el terror en las hermosas y masculinas facciones del pelirrojo.

—¿ Qué van a desear los señores?—miró atento a Seth mientras Ra seguía riéndose —¿ Señora?

Ra se enderezó, carraspeó y se acomodó su chaqueta. El aroma de su cabello ámbar negro penetró en la nariz de Seth que la arrugó fastidiado, cuanto antes salir de esa tortura mejor.

—Nada—dijo el pelirrojo jugueteando con una servilleta verde.

—Dos cervezas para el señor y tres para mi—intervino Ra ante el asombro de su compañero que se cruzó de brazos—ganamos un juicio.  ¡Eh!

Nadie era inmune al atractivo de Seth, en el juicio hasta el juez miraba de hurtadillas al pelirrojo quién irritado dejaba de hablar para fulminar al magistrado por su osadía, Ra tampoco pero ella disimulaba, ya llegaría su momento.

Las cervezas llegaron, cada cual tomó la suya y la bebió en silencio. Ra conocía el pasado algo turbio de Seth el cual provocaba en el pelirrojo reiteradas pesadillas, imposibilitando abrirse en una relación amorosa.

Ella quería arrancar los tentáculos de ese tormento, pero necesitaba ser cautelosa. 

—¿ Por qué rechazas avances?

—No te importa—contestó mordaz mientras apuraba un trago de cerveza—no me interesan tus avances descarados, que te quede claro.

—Una lástima—le sonrió con picardía en tanto acercaba una de sus manos a su barbilla, Seth arrugó el entrecejo y bufó por la irrupción a su espacio.

Ra no borró su sonrisa, en algún momento el gruñón pelirrojo cedería en su caparazón.

—No está mal que pruebes otros senderos—mientras decía esto, quitó con sutileza una gota de cerveza que se escapó de los labios de Seth enviando corrientes a lo largo de la columna vertebral del pelirrojo quién tragó grueso—¡Piénsalo guapo! 

Ra pagó la cuenta ante el disgusto de Seth quién no quería verse como una cita mucho menos de esa mujer cual trompo gracioso meneaba sus caderas y salía del local. Con mal humor se levantó para seguirla y arrastrando los pies con desgano volvió al despacho donde laboraban.

En todo el camino, Ra se la pasaba riendo de forma escandalosa, burlándose de algo o alguien, pero Seth no prestaba atención porque su mente se encontraba en otra parte.

Al llegar hasta su sitio de trabajo, ella lo jaló con energía a tal punto de casi caer de bruces en el vestíbulo del elegante edificio.

—¡ Mgh! ¡ Suelta gritona!

Rojo ardienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora