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—¿Amor?—La voz de Robaire se hizo presente en tu cuarto, levantaste la mirada viendo como tu novio estaba parado en la puerta con una bandeja en sus manos.
—Robaire ¿Que caraj-
—Te hice caldo de pollo, mi madre dice que hace bien para la gripe.—Decía orgulloso el chico pasando al cuarto, tus ojos se achinaron un poco. Sabías que Robaire no era el mejor cocinando, siempre terminabas haciendo la cena tu o pedían delivery. Así que una sopa de pollo hecha por el era... Sospechoso.
Dejó la bandeja en tu escritorio, mientras tu te acomodabas un poco, el se encargó de acomodar tu almohada detrás de tu cabeza junto a la sabana.
—Robaire, no tienes que hacer esto...—Te quejaste, aunque tampoco te importaba que te mimen, más si era tu lindo novio.
—Pero quiero hacerlo—Hablo el acomodando la bandeja en tus piernas y se acercaba con la silla de tu escritorio—, además ¿Cuantas veces no me ás cuidado cuando estoy enfermo? Esto es como una paga.
—Dios, ¿Que haré contigo?—Susurraste lo suficientemente bajo para que no te oiga. Tomaste la cuchara y miraste el caldo, estaba sospechosamente bien hecho.
—Oh vamos, no te matará. ¡Lo hice yo!—
Seguro lo hizo T—Pensaste mirándolo sin estar muy confiadx, y tenias razones. La última vez que Robaire cocinó no salió del todo bien. Probaste el caldo y para sorpresa de nadie, sabía bien.
—¿Y?
—Esta bueno—Dijiste tomando otra cucharada y llevándola a tu boca—Hace mucho que no como uno de estos.
—Solo lo mejor para ti.—Robaire sonrió felizmente mirándote, dejaste la cuchara a un lado.
—Luar
—Dime cariño.
—Te amo.
—Yo también.
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