Sus brazos rodeaban mi cintura con fuerza, quería levantarme e irme pero simplemente no podía hacerlo, no había sido el mejor polvo de mi vida pero había sido con mi ahora esposo y no era posible salir corriendo.
Escuché la puerta abrirse con fuerza, el hombre a mi lado se levantó de golpe mirando directamente a la puerta para averiguar quién lo había provocado.
Pude observarlo ahí, el pelirosa que me había cogido como nadie nunca, mostrándome el placer de ver sangre mientras recorre mi cuerpo con aquella katana lo suficientemente afilada para hacer un corte limpio al terminar con la vida de alguien.
Mi luna de miel terminaría muy mal, pero empezó bien desde que me fui a follar al pelirosa que ahora está mirando a mi esposo con esa expresión de egocentrismo que lo hace ver malditamente sexi.
—¿Qué te pasa imbécil? —Cristian preguntó caminando hacia el ojiazul.
—Voy a ser directo porque no me gustan los rodeos. Vengo por tu esposa, me gusta y quiero que sea mía —recargo su espalda en la pared a un lado de la puerta.
Yo lo único que quería era levantarme e irme con el psicópata que acababa de aparecer pero no quería que fuera tan obvio que me lo había follado.
—Pues es una lastima porque es, mí esposa.
—______, te doy tres para que te vistas y tomes tus cosas, te vas a ir conmigo —cruzó sus brazos y me miró fijamente, sabía que si no obedecía podía tener un castigo que parecería premio, pero mi lado sumiso solía aparecer con él.
—______, haces eso y no te lo perdonaré jamás.
—¿Y crees que le importa? Mierda, los hombres de ahora son tan ingenuos.
—¿Te irás con él por voluntad propia? —preguntó al mirar como me levantaba de la cama.
—No dije eso... —una carcajada proveniente del pelirosa me interrumpió.
Abrió la puerta y salió de la habitación, Cristian me miró con lo que ahora parecía tranquilidad lo cual se esfumó en muy poco tiempo.
Sanzu entró con hombres detrás de él, retomó su posición anterior, a diferencia de hace unos minutos un cigarro se posaba en sus labios.
Ese hombre no se cansaba de ser malditamente sexi.
—Llevense al hombre, lo que hagan con él no me importa —dió una calada al cigarro mientras observaba atentamente a Cristian forcejear.
Yo había dejado de prestar atención a los demás, estaba perdida mirando al hombre causante de que mi nueva vida de casada no durara ni una semana.
Me sentía mal de cierta manera porque la primera noche de casados yo lo había dejado solo en el hotel y me había ido a pasar un rato "sola".
En mis planes no estaba cogerme a otra persona, solo había pasado y no había hecho nada para evitarlo.
—Toma tus cosas si es que quieres algo, de todas formas pasaremos a comprar unas cosas para tu nueva habitación. No sé que te gusta así que no preparé nada.
—¿Es una orden? Ni siquiera me conoces.
—Sé todo de ti, pero si quieres podemos conocernos más —dió otra calada al cigarro y caminó hacia mi.
Con su mano libre sostuvo mi mandíbula y me acerco a su rostro, nuestros labios estaban a nada de tocarse.
—Vas a obedecer mis órdenes porque desde hace tiempo pude notar que no querías estar con él imbécil al que se acaban de llevar, tendrás que ser agradecida por el favor que te acabo de hacer.
Me guiñó un ojo y salió de la habitación, estaba enfermo, tan enfermo que me era inevitable pensar en follar con él cada que lo tenía cerca.
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.Como que nuestra protagonista es un poquito cruel sin sentimientos pero no sé, tal vez solo es así con Cristian porque no cogía bien, digo-.
Tengo buenas expectativas, espero cumplirlas y que a ustedes les guste.
Gracias por leer <3
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𝙼𝚘𝚗𝚜𝚝𝚎𝚛? - 𝙷𝚊𝚛𝚞𝚌𝚑𝚒𝚢𝚘 𝙰𝚔𝚊𝚜𝚑𝚒
FanfictionPor eso dicen que no debes follar con desconocidos.