1 | Estamos perdidas

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Me siento totalmente feliz.

Finalizado el concierto que había esperado por dos años por culpa de una pandemia, baje escaleras de una avenida muy conocida en compañía de dos amigas.

— ¡Rápido! El último tren pasa en minutos. —Nos apresuro Amaris—. ¡¿Qué esperan?!

Alex y yo nos miramos las caras.

Caminamos a la velocidad de sus pasos, casi corriendo para llegar a la estación.

— ¡Debemos parar! —Pedí— Necesito un mapa para saber mi camino.

Amaris hizo gesto de búscalo y piérdete, reí. Llevaba tiempo acostumbrarse a su modo de andar, pero era buena chica. Alex, en cambio, freno a mi lado.

—Busquemos aquel mapa —ofreció.

Asentí con la cabeza.

En mitad de camino siempre indican el nombre de la estación, y generalmente suelen poner mapas para las personas perdidas como yo. O para aquellos que necesitan combinar viajes y así poder llegar a sus destinos.

— ¡Aquí hay uno!

Alex encontró uno mucho más rápido de lo que esperaba, bueno, no eran tan difíciles de encontrar, pero aun así le agradecí.

—Necesito llegar allí —dije, señalando una parte del mapa.

—Oh, entonces deberías salir. Estamos aquí.

— ¿Segura? ¿Tan fácil?

Alex me observo y luego volvió a señalar en el mapa.

—De hecho, si. Al menos así lo indica el mapa.

Me sentí una idiota.

Nos reunimos con Amaris otra vez, quien nos esperaba al final del túnel con impaciencia.

— ¿Y bien? —pregunto.

—Me quedo aquí, tengo que salir y luego caminar hasta toparme con...

—Bien, Alex y yo debemos irnos —se cruzo en mis palabras—. Solo quedan dos trenes y estamos a punto de perder uno.

—Está bien —sonreí mientras se alejaban por otro túnel diferente al mío.

—Avísanos cuando llegues a casa, y por favor, que no sea a las cuatro de la madrugada.

Reí.

Tocaba la parte más difícil: salir de aquí. No se burlen de mí, es que nunca utilizo subtes. Para alguien tan distraída como yo, es normal perderse aun intentando salir.

El ruido de mis tacones hacía eco a causa del vacío. Carteles indicaban mas estaciones, otros lugares diferentes a una salida. Me apresure a encontrarla, me daba un poco de miedo estar sola en un lugar desconocido y tan solitario. Doble por una esquina siguiendo carteles. Lo único que podía ver era acceso norte, acceso sur, accesos por todos lados menos la salida. Me quede de pie en medio de todo el lugar. ¿Por donde debería seguir? Tal vez a mi izquierda encuentre finalmente algún cartel que indicara mi destino. Cuando me creí perdida, una chica aparece al final de las escaleras del acceso norte. Debería hablarle, tal vez ella sabe mucho más y podría indicarme.

—Hola, lamento molestar. ¿Podrías indicarme la salida? —dije a la par que me acercaba.

—Veo que no soy la única perdida. —Su acento era diferente al mío, estaba perdida, ella ni siquiera era de aquí— soy de Los Ángeles.

Abrí los ojos con gran sorpresa. ¿Qué hacia ella en un lugar como este?

—Vaya, con qué ciudad paraíso... —ella dejo ver una sonrisa ladina— Tú español es muy bueno.

La Chica del SubteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora