Capitulo 1

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Entre la noche una luz se colaba a través de los árboles, allá de donde provenía Emily pudo distinguir la sombra de un muchacho. Él notó su presencia, por lo que sonrió; y aquel gesto le resultaba tan familiar, aun cuando la persona que tenía enfrente era un completo desconocido.

En su cabeza no dejaba de resonar como campanadas una y otra vez el nombre de ´Will’, el cual debía pertenecer a su acompañante.

Ella percibió un pequeño hormigueo en sus manos, y al verlas, con la ausencia de su regular tono dorado, supo que ese no era su cuerpo, y mucho menos sus recuerdos.

Pronto descubrió que era Will quien sostenía la fuente de la  luz, este era un cristal transparente con forma de pirámide que brillaba con intensidad bajo los rayos de la luna. El perdió la mirada en el objeto tan solo un segundo, pero al volver a levantar su cabeza, sus mejillas ya estaban cubiertas de lágrimas. 

Obscuro. La oscuridad de la noche los absorbió en cuanto Will dejó de observar al amuleto, aún con la niebla densa entre ambos, Emily pudo ver la manera en que se aferraba a este, como si fuera una extensión de sí mismo.

Algo le susurraba que debía arrebatarle el cristal, no obstante la chica siempre había poseído un don para sentir el peligro, por lo cual decidió acallar esa voz.

Sin que Will lograra anticiparlo, ella ya escapaba hacia el bosque.

Al principio un pequeño tallo ascendió sobre su pie, pero no consiguió dar más que unos pasos antes de que sus piernas se hallaran atascadas por enormes ramas, las cuales treparon hasta envolver todo su cuerpo, dejando solo su rostro al descubierto.

El chico se acercó, y al alba Emily se percató que sus pupilas desaparecieron, pues habían adoptado el mismo color gris de sus ojos. Aquella mirada vacía la asustó aún más. Will aprovechó el momento para guardar con satisfacción el amuleto dentro de su desgastada sudadera roja.

-Únicamente los malditos árboles escucharan tus gritos aquí- Recalcando cada palabra le hizo saber que debían de ser las últimas que llegaría a oír. 

Entonces dio la vuelta, marchando a la dirección opuesta, sin embargo, Emily no alcanzó a seguir su rastro con la mirada, porque las enredaderas que se habían detenido, se encontraban nuevamente creciendo, jaloneando su lacia cabellera y cubriendo su rostro.

Todo acabó tan pronto como empezó.

Abrió sus ojos y miró alrededor de su alcoba para cerciorarse de que ya no se encontraba  dentro de aquella pesadilla. Inhalo tanto aire como sus pulmones se lo permitieron. Sintió que esas ramas consiguieron llegar hasta su cama. Paranoica arrojó su cobija, pero a sus pies sólo halló el libro que estaba leyendo esa misma noche. Al sujetarlo sus dedos juguetearon por la cubierta.

Decidió atravesar el frío suelo de madera con los pies descalzos para llevarlo hasta la biblioteca. Al entrar allí se sentía abrumada, de todos los estantes brotaban tantas ramas como las grietas en un desierto, la única diferencia con las de su sueño es que estas contaban con grandes espinas. La sensación de asfixiarse regresó, venían hacia ella y la ahogaban de nuevo; pero con un simple parpadeo se esfumaron, sin siquiera dejar un tallo a la vista.

Un sonido fue producido en la misma habitación. En la ventana abierta bastó con que el viento soplara un poco para dejar ver lo que se escondía detrás de la cortina. A sus oídos llegó el estruendo del libro resbalando de sus propias manos.

A Emily no la hubiera cogido por sorpresa que un cuervo ordinario se parara sobre su cornisa, y este casi lo era, si no se tomaba en cuenta su tamaño. Sus alas eran lo suficientemente inmensas para que no alcanzara a extenderlas al entrar.

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⏰ Última actualización: May 23, 2022 ⏰

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