Ubicación: Base Subterránea del Clan 017, Sector B3, 10 km bajo el Capitolio
El eco de los pasos de Kára aún flotaba en los pasillos.Había sido escoltada por asistentes del Sistema a su ala privada, una sección sagrada dentro de la base: climatizada, blindada, con muros que respiraban oxígeno filtrado y aromas suaves que imitaban los jardines extintos de antaño. Ella tenía un espacio único. Intocable.
Ellos no.
En el centro de la base, los cinco hombres del Clan 017 permanecían sentados en la sala de entrenamiento, silenciosos. El sistema de luces estaba en modo ambiental: rojo suave, baja intensidad. Todo recordaba a una herida abierta. Una que no sabían cómo cerrar.
Kael
Kael Draven no se movía. Observaba el suelo con los codos sobre las rodillas, la cabeza baja, el cuerpo en tensión constante. El líder que nunca dudaba, dudaba ahora.
Ella era un peligro.
No porque pudiera hacerles daño. Sino porque no podían hacerle daño.
"Esto no es una misión. No es un objetivo. Es..."
Era diferente. Intocable. Inalcanzable. Demasiado perfecta para sus manos manchadas de sangre. Demasiado limpia para un mundo que solo sabía devorar lo que brillaba.
Recordó sus ojos verdes. No de laboratorio. No como los implantes. Ojos que miraban de verdad. Ojos que lo vieron. No como soldado. No como amenaza. Como si pudiera leer lo que el mundo había olvidado dentro de él.
Y eso lo enfurecía. Porque lo volvía humano.
Lucien
Lucien Vale se había recostado en una de las bancas, brazos tras la cabeza, el cabello suelto ahora, como una lámina oscura que le caía hasta los hombros. Sonreía. Pero no de felicidad.
—La flor no sabe que los jarrones también pueden romperse —dijo al aire.
Para él, Kára era una provocación. No por su belleza, sino por su resistencia. Había esperado sumisión, frialdad programada. En cambio, encontró temple. Orgullo. Una boca que contestaba con la exactitud de una estocada.
—Quiero ver hasta dónde llega antes de quebrarse... o hacernos pedazos a nosotros.
Había algo enfermo en desear a alguien así. Y sin embargo, era la primera vez que algo lo hacía sentir vivo desde la guerra.
Riven
Riven caminaba en círculos, descalzo, con los nudillos enrojecidos por golpear el muro minutos antes. Hablaba solo. Susurraba nombres que nadie reconocía. Hablaba con fantasmas.
—No es real. No es real. No puede ser real.
Él sabía distinguir entre la carne sintética y la humana, entre la belleza manipulada y la verdadera. Y ella... era verdadera. Orgánica. Frágil de una manera que le rompía los patrones.
—Quiero verla sangrar, para saber si es de este mundo. Quiero... protegerla. Quiero romperla. No sé cuál.
Esa dualidad lo asustaba. Kára era el núcleo de una contradicción interna. Y en Riven, lo interno solía explotar en formas violentas.
Thorne
Thorne no hablaba. Estaba sentado en un rincón, afilando un cuchillo de plasma sobre su antebrazo blindado. El zumbido del metal era un mantra. Un ancla.

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Cinco Para Mí
Science FictionAño 2197. El planeta ya no respira. La contaminación mutó todo, incluso a los humanos. Un virus selectivo redujo el número de mujeres fértiles a menos del 0.02% de la población. Ahora, a los 21 años, cada una es "asignada" por el Sistema Genético Ce...