Parte 1

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Año 19XX 23:11 p.m
Camino a la reunión

Nunca me gustaron las reuniones que organiza el Concejo, pero no tengo derecho a quejarme. Mí voz no es escuchada.

Las reuniones suelen ser organizadas por El Anfitrión y La Chica del Casino, he ahí mí odio a las mismas. No soy amigo del Anfitrión, no soy amigo de La Chica del Casino, no soy amigo de Vodoo, no soy amigo de nadie que se ubique al rededor de la vieja mesa redonda, la cuál parece tener más poder que yo.

Aún siendo uno de los más poderosos de la primera generación, mí obsoleta y oxidada relación ha sido fosilizada debajo de las tierras que solían ser mías, de la voz que solía ser mía, de la apariencia que solía pertenecer al Hombre de la Bocina.

La máscara no cubre mí rostro en su totalidad, deja visualizar las cuencas encapotadas por el paso de los siglos que cualquiera de nosotros siente como un suspiro. El miedo al tiempo es algo tan inexistente en nuestra naturaleza como la muerte en sí misma, ya no se disfrutan las brisas ni los rayos del sol. La realidad que nos rodea es tan vacía que el único objetivo es no perecer, ya ni recordamos cual es la razón por la que no queremos morir. La neblina que dificulta visualizar los pensamientos, recuerdos quebrantados en una mente corrupta por la inmortalidad, que no son respaldados por ningún tipo de sentimiento. No sabemos quiénes fuimos, solo sabemos quiénes somos, y en algún futuro lejano, también olvidaremos lo que somos para concentrarnos en los que seremos.

No sé porque finjo filosofar, estos pensamientos no son propios de mí, tampoco debo falsificar mí humanidad ni disfrazar mí ser. Soy uno de ellos también, y no me siento culpable de eso, no soy como Reaper ni como los Hermanos Box, sé exactamente qué soy y a dónde me dirijo, tengo una misión que concluir y luego vagaré entre las metálicas y consumidas paredes de la Cueva sin rumbo predefinido, sin objetivo aparente. Aunque me he alimentado bien con cada persona que quedó atrapada en mis redes, algún día cerraré la Cueva, y dejaré de comer.

La procrastinación al deambular entre mis ideas no me salvó de la Reunión Anual, ya que la puerta de añejada y consumida madera perteneciente a la vetusta casona estaba frente a mis narices. No podía demorar más, tenía que presentarme.

Coloqué mí demacrada mano sobre la sucia manija plateada, la di vuelta e ingresé al salón principal.

Tras abrir la puerta pude notar una inmensa cantidad de personas, todas ubicadas a lo largo y ancho de la habitación. Algunos se encontraban sentados, otros parados, otros hablando, otros insultando.

- Que placer observar su presencia en mí casa, querido Carne. Ya se había demorado demasiado.

El Anfitrión tiene la cualidad de ser pasivo agresivo por naturaleza. Nunca pierde la oportunidad de burlarse de mí particular piel al pronunciar su simpático apodo el cual le encanta remarcar cuando se da la ocasión.

- Hola, ya estamos todos presentes?

A - Por supuesto querido Carne, el único que faltaba eras tú... Como todos los años.

Otra vez ahí está.

A - Basta de cháchara!!! Cumplamos con el objetivo de nuestra velada y analicemos el rumbo de nuestros caminos. No hay que decepcionar a El Señor

Me senté en una de las sillas con tapiz rojo ignorando la enorme barahúnda que rebotaba contra las paredes carmesí y levanté mí cabeza para vislumbrar a los invitados. Todos estaban presentes, incluso Reaper, quien maldecía por lo bajo y sostenía su hoz con cólera. Su máscara no presentaba ni un solo rasguño y lucía un diseño distinto a la mía, aunque el color blanco estaba presente en ambas la suya terminaba a la altura del mentón y simulaba la forma de un cráneo, mientras que mí máscara era un simple óvalo con grandes círculos negros e inmensas grietas generadas por la erosión del tiempo. Siempre me pareció curioso que ambos lleváramos máscara, pues es lo único que tenemos en común.

Luego de analizar a los presentes en el salón durante unos minutos, mí atención se dirigió a cierta figura nostálgica y colorida, como todos los años, él me estaba observando fijamente. Su cabellera azul siempre se interponía entre sus ojos y mí presencia, pero esta vez su pelo se notaba más corto. Su mirada es una de las escasas cosas que apaciguan la Reunión Anual. Su hermana estaba a su lado, igual de seria que todas las veces en las que mí vista se ha posado sobre ella. Su cabello también se encontraba más corto y el colosal martillo de su hermano la ocultaba parcialmente de mí vista.

- Buenas tardes Bona.

Era La Chica del Casino, no es completamente de mí agrado, pero al menos se dirige hacía mí con uno de mis nombres.

C - Gracias por llegar menos tarde que las veces anteriores, si algún día decidieras apresurar tu paso y arribar antes, podríamos tener una charla y acordar si deseas alguna ayuda. Un ejemplo sería cambiar tu máscara, las grietas crecen y la función de esconder no estaría siendo realizada correctamente.

B - Agradezco tu oferta, pero mí respuesta sigue siendo no. Ya sabes que es algo importante para mí

C - Entiendo, aunque aferrarse a objetos inanimados cual tesoros es contraproducente. Yo me desharia de él en tu lugar y lo cambiaría por algo más útil.

Ya ni siquiera recuerdo el porqué de la importancia de mí máscara, no sé quién me la dió ni la razón, pero siento que fue importante para quien solía ser antes.

Luego de esa breve charla, la muchacha acomodó la corbata negra de su traje y se dirigió hacía la punta de la gran mesa rectangular, sus pasos rechinaron sobre la antigua madera ubicada en el suelo, la cuál parecía gritar con agonía. Al llegar a su destino, se encontró al Anfitrión lidiando con el incesante ruido que abarrotaba al gran salón en su totalidad.

A - Silencio, silencio!!! Agh, los malos modales parecen ser contagiosos, nadie respeta el silencio en estos días.

C - Tranquilo Anfitrión, yo misma los haré escuchar. Tengo que volver al casino pronto, dejar a mis empleados a cargo no es muy profesional de mí parte. No hay tiempo que perder.

A - Mí querida amiga, si tan solo tus cabellos fueran dorados, serías perfecta.

C - Sabes por experiencia propia que el pelo oscuro empareja mejor con mí físico.

A - Tienes toda la razón my lady.

Y luego de que la conversación de ambos se detuviera, un gran estruendo retumbó en el salón. La Chica del Casino había quebrado en pedazos uno de los platos al golpearlo con vigor contra la mesa anticuada de madera de roble. Autoritaria y erguida con la cabeza bien en alto, su característica elegancia se mantenía intacta en todo momento, sonrió hacía los invitados estupefactos por la repentina actitud agresiva de la muchacha y proclamó con potestad:

C - Bien... Que la Reunión Anual comience.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2022 ⏰

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