Invierno

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Erase una noche profunda, fría y desolada. Una desolación bien compartida por el pequeño guardia dorado, que se ocultaba bajo su capa que ahora parecía más una carga que un verdadero orgullo. Para empeorar las cosas, el lugar estaba lleno de nieve que cubría todos los alrededores de un blanco hermoso pero también de una ventisca y ambiente sumamente frío.

¿Qué hacía ahí en primer lugar? ¿Por qué no tomaba algún refugio?... No... Eso no era posible y ciertamente no se podía dar el lujo de buscar algo así. No era que no pudiera, pero ciertamente no sentía el ánimo como para encontrar una razón por la qué cuidar de su salud en esos momentos.

Quizás había salido con el mero propósito de encontrar su propio fin ante un paisaje blanco que pronto podría cubrir lo que fue... o quizás lo que nunca fue. De cualquier manera le resultaba acertado: cubrirlo de blanco sólo convertiría en una hoja en blanco. Eso sería mejor, ¿cierto? Mejor ser una hoja en blanco sin contenido con posibilidad de elegir qué escribir que ser tan sólo una copia de lo que ahora parecía ser una mala leyenda pegada una encima de la otra. Quizás podría llegar a ser una pequeña isla hirviente en donde el titán fuera él: una significancia ganada post-mortem en la que el irse resultaba mejor para todos que su presencia vívida.

El silencio del lugar y la nieve hacían sus pensamientos las únicas voces que podía escuchar y realmente eran las únicas que quería escuchar en ese momento. Sus propios sollozos mientras se encogía en su lugar, pegando su espalda al tronco de un pino intentando saber si lo que pensaba era correcto o no. Pero honestamente no sabía qué pensar. Su cabeza era un mar de ideas y oleajes golpeando una contra otra, creando un ruido sofocante y doloroso. Quería gritar, quería gimotear y tirarse al suelo: que sus lágrimas se fundieran con el hielo debajo suyo, pero no podía, era un cobarde o al menos así lo veía él.

Pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz; una voz que venía de detrás del árbol en el que se encontraba.

-"¡Te encontré!"- Dijo la voz con vehemencia.

Al escuchar esto, Hunter temió lo peor. Había sido descubierto y sería llevado ante el emperador. Sería su fin. Pero... era lo que quería, ¿no?...
¡No, no de esa manera!

El asustado chico se levantó y sin quitar su capa de encima suyo intentó huir de ahí lo más rápido posible, sujetando su báculo con la intención de usarlo para huir, pero antes de que pudiera hacerlo un enorme zarcillo que salió del suelo se enrolló en su mano y la alejó del mismo para que después más salieran del suelo y se enroscaran a lo largo de todo su cuerpo cual cocatriz.

¡Estaba perdido! ¿Habían acaso traído a Terra Snapdragon con ellos? Nadie más podría venir a buscarlo y tener tal habilidad con las plantas, ¿cierto? El cautivo cerró los ojos con fuerza mientras era puesto de cabeza por las mismas plantas, sus voz temblorosa intentando expresar algo con determinación pese a su situación.

-"Bien, ¡me capturaste! ¿Por qué no acabas conmigo de una vez? Preferiría eso a ser llevado ante Belos. Te lo ruego."- Dijo hunter esperando lo peor después de eso, pero en cambio fue recibido con un largo silencio.
Tal reacción confundió al chico, quien lentamente abrió uno de sus ojos aún temeroso de qué encontraría cuando lo hiciera.

Para sorpresa suya, cuando abrió los ojos se encontró con unos ojos verdes que lo miraban con algo de preocupación detrás de unos enormes lentes a la vez que su brazo continuaba alzado con su indice apuntando hacia arriba mientras un pequeño halo de color verde brillante se desvanecía. Era Willow.

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